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CRÍTICA «Un policía en apuros»

Si los policías de la Keystone levantaran la cabeza...


Dany Boon hizo sonar la flauta sonoramente con “Bienvenidos al norte”, una comedia que arrasó en taquilla y que provocó una auténtica ola de sucedáneos internacionales cuyas consecuencias más inmediatas para nosotros cobraron especial énfasis con “8 apellidos vascos” y la televisiva “Allí abajo”.

Dejando a un lado estas catastróficas consecuencias, lo que Boon ha vuelto a orquestar en la pantalla es un auténtico insulto al buen gusto y la inteligencia, una soberana bofetada a la comedia entendida como una bella arte.

Desde los tiempos lejanos de Louis de Funès, la policía del Estado francés se convirtió en pasto del ridículo a través de un discurso estridente en el que imperaba la estulticia y el guiñol. Pasado el tiempo, y en manos de Danny Boon, la policía vuelve a ser objeto de revisión mediante un subrayado gratuito en el que, para colmo de males, la mujer –a la que se quiere otorgar protagonismo mediante la presencia estelar de Alice Pol– se convierte en objeto de burla continua.

Con todo esto no quiero decir que la policía no deba ser objeto de burla –alabada sea la legendaria troupe de policías mudos de la Keystone–, lo terrible del caso radica en la zafiedad de un producto que pretende ganarse al público mostrando a la torpe mujer que suspira por entrar en la élite policial como un guiñol que lleva las de perder cada vez que habla con sus compañeros y sale a relucir la llamada “guerra de sexos”.

Llegado a este punto, topamos con que el personaje encarnado por Pol se aleja de De Funès para emparentarse con la torpe Sandra Bullock que protagonizó “Miss Agente Especial”.

Visto que la historia no daba para mucho, Boon empaqueta todo el producto con un celofán vistoso y plagado de pericias técnicas que en momento alguno evitan el vacío que habita en una película que más que aburrir provoca sarpullidos.