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DE REOJO

La clave


Estamos en el día después del día después del día después de que se pusieran en una lista pública y ordenada alfabéticamente los casos de corrupción de la banda de Rajoy. ¿Ha sucedido algo en algún lugar de la vida democrática, social, política, económica? Simplemente que ha salido el púnico Francisco Granados del talego, se ha ido donde su compinche Eduardo Inda y le ha contado un versículo sobre sus manos sucias que se quiere limpiar en la melena rubia de Cristina Cifuentes que es a su vez la mujer-corcho, que flota en todas las cloacas de los asuntos de la banda en la Comunidad de Madrid.

Quizás la explicación la hallemos en unas conversaciones grabadas a uno de los encausados en la operación Lezo que le dice a su señoría, que cree que las personas y empresarios que donaban dinero a la banda lo hacían “porque sentían cariño por el PP”. Esta es la clave, el cariño. Si uno siente cariño por un partido le dona cien mil euros en nombre de una patronal. No para tener ventajas en las contrataciones y protección en los diversos boletines oficiales, sino simplemente por ese sentimiento tan noble, el cariño.

A la desparecida Susana también le perdió el cariño que sentía por Pedro Sánchez: “Mientes, cariño”. Y envuelto en este espíritu tan cariñoso me encuentro en la necesidad imperiosa de ponerme  del lado de Atutxa, al que el tribunal europeo le ha dado la razón, junto a Gorka Knörr y Kontxi Bilbao, por los atropellos de la justicia española que los inhabilitó alegremente. Algo habitual. Que sean juristas tendenciosos y que lo pierdan casi todo en Europa. Pero les da lo mismo, siempre tendrán un periodista iluminado por el dinero recibido como Paco Marhuenda, que ayer decía en portada que las elecciones de hace cuarenta años, con los datos de hoy, las ganaría Fraga. Esto es cariño verdadero.