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CRÍTICA «Señor, dame paciencia»

Señor, ¿qué he hecho yo para merecer esto?


La comedia es seguramente uno de los géneros cinematográficos más populares. Es por ello que el análisis de cada película de este tipo debe hacerse teniendo en cuenta las modas por las que pasa el gran público. Más aún cuando la propuesta en cuestión ha sido diseñada para causar impacto en la taquilla. Las apuestas de Atresmedia tienen esto, que nos gusten o no, suelen ser un buen barómetro de las gracietas que, en el momento exacto de su estreno, tienen cierta aceptación en las redes sociales, reuniones familiares y otros aquelarres.

Poco más que esto, la verdad, y visto lo visto, casi mejor así. La nueva película de Álvaro Díaz Lorenzo nos presenta una familia a punto de desplomarse por obra y gracia de su patriarca, un casposo mesetario que adora a Florentino Pérez y aborrece a todo lo que se desvíe mínimamente de los rasgos identitarios más rancios. Catalanes, africanos, culés, gays, vascos, perroflautas... todo entra en el mismo saco del odio. La –supuesta– gracia está ahí: en el choque de trenes que se produce cuando lo viejo encuentra a lo nuevo. Algo que si ponemos en el escenario de uno de los países más disfuncionales del mundo, debería resultar aún más cómico.

El problema está en que Díaz Lorenzo no muestra ninguna noción de la mesura. Todos los elementos mostrados parecen estar ahí para despertar la risa (pasajera) en el espectador. No se conoce ningún otro propósito. Que si aquel guardia civil, que si aquel deje raro al hablar, que si aquel comentario fascistoide... Apuntes todos ellos de un país que, efectivamente, existe, pero que se nos muestra tan deformado que ni la caricatura parece tenir sentido. El –único– objetivo de hacer reír al público se consigue eventualmente, pero habiendo pasado antes por muchos errores. Esto implica tener que convivir con chistes ya vistos y desafortunados, vomitados por actores insufriblemente histriónicos.