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El cuento de la criada


Mujer bonita es la que lucha», leía hace unos días en la pared de unos baños públicos. «Clavo que sobresale, martillazo», me vino a la cabeza. Se habla mucho de feminismo, de lo que es, de lo que no es, pero sobre todo, y en el inframundo de las redes sociales, se habla de las situaciones de falta de derechos humanos como si esto fuera ya una cuestión superada. Esos ecos soberbios que nos impiden ver posiciones de privilegio, esas carencias de empatía, retumban en mi cabeza cada vez que entro en una red social. ¿Las burradas que leemos son las burradas que la gente realmente piensa? Me aterroriza solo el imaginar que alguien crea que vivimos en situación de equidad. Como en todas las dictaduras y gobiernos liderados por élites, grupos de presión, siempre hay personas, colectivos, que viven muy bien gracias a que una gran mayoría vive mal (me parecería igual de nauseabundo que los que viviesen mal fueran una minoría). Estos días he terminado de ver la serie “El cuento de la criada”, basada en la obra de Margaret Atwood, al mismo tiempo que enfermo leyendo a periodistas y opinadores tildando a las mujeres de histéricas. En su distopía he visto más realidad que toda la que habita en “El mundo feliz” de algunas personas que niegan el aplastamiento ininterrumpido de otras. «–Solo queríamos un mundo mejor –¿Mejor? – ‘Mejor’ nunca significa ‘mejor para todos’. Para algunos siempre es peor».