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CLÁSICA

Una visita bienvenida


Es la sexta ocasión en que la Orquesta Nacional de Burdeos Aquitania visita Euskal Herria en el marco de una activa política de intercambio con la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Y es una suerte que así sea, porque la orquesta bordelesa, con su flexibilidad de orquesta de ópera, sus solistas de primera categoría y una sonoridad refinadamente camerística pero capaz de crecer hasta alcanzar un enorme peso sinfónico, es una de las orquestas más singulares y destacadas del Estado francés. El lunes lo demostraron en Donostia con una “Sinfonía nº1” de William Walton que, por momentos, rozó una calidad asombrosa. Por ejemplo en el complejísimo primer movimiento, que urde infinidad de líneas instrumentales individuales que se densifican en grandes tuttis para acto seguido disolverse en un dúo o un trío, y que fue ejecutado con perfección por los músicos franceses y expresado en toda su profundidad técnica y expresiva por Paul Daniel, un director muy afín al repertorio de su país.

Más discreta resultó el célebre “Concierto para violín” de Tchaikovsky. Vadin Gluzman es un violinista muy pasional y subjetivo en sus arrebatados cambios de tempi, y se le vio a menudo más preocupado por la energía del gesto que por la belleza del sonido. Su interpretación fue meritoria, pero Daniel y su orquesta francesa apostaron por un acercamiento controladamente europeo antes que enérgicamente ruso. Muy recomendable concierto, en cualquier caso, que se repite hoy en Gasteiz y mañana en Donostia.