El secretario general de la ONU, António Guterres, alertó ayer de que África vive el mayor éxodo desde el genocidio de Rwanda en 1994, y pidió a la comunidad internacional un esfuerzo para acabar con el conflicto en Sudán del Sur, el país del mundo de donde más personas han huido en el último año, y apoyo para Uganda, que en 2016 recibió el mayor número de nuevos refugiados en todo el mundo.

Guterres, que visitó algunos campos de refugiados con miles de sursudaneses en el norte de Uganda, recordó en la apertura de la cumbre de la Solidaridad con los Refugiados, que se celebra en Kampala, que estuvo en la misma zona tras la independencia de Sudán del Sur, en 2011, cuando los refugiados estaban esperanzados. Pero lamentó que la situación ha empeorado desde que en diciembre de 2013 estalló de nuevo la violencia entre el presidente, Salva Kiir, y las fuerzas leales a Riek Machar, que ha obligado a huir a más de 1,8 millones de personas.

Alabó las políticas de acogida de Uganda, cuya población de refugiados ha pasado en el último año de 500.000 a más de 1.250.000 personas.

En este país, los refugiados viven con dignidad porque cultivan la tierra y tienen acceso a la educación o a la sanidad, como el resto de ciudadanos del país. Pero este modelo pionero de acogida e integración se ha visto desbordado ante la llegada masiva de sursudaneses.

«No es cuestión de solidaridad, sino de justicia», insistió Guterres, quien recordó que la protección de los refugiados es una «responsabilidad común».

El presidente de Uganda, Yoweri Museveni, destacó la utilidad de que los refugiados accedan a la educación, algo que repercutirá positivamente en sus países, y alertó de que «negar la educación a los niños refugiados les expone a una doble tragedia». Pidió a la comunidad internacional que coexista con los refugiados, que «traen habilidades y capital y pueden participar en sectores económicos» del país de acogida.

La ONU espera que este cita que reúne a líderes de todo el mundo permita movilizar 2.000 millones de dólares.