Carlos GIL
Analista cultural

La disneylización de la vida y la cultura

Chispas en forma de ideas y argumentos que vehiculan un concepto de decadencia de los asuntos cotidianos referentes a la política, la sociología, la economía y, sobre todo, a la Cultura. Es la tendencia perversa a convertir todo lo que se proponga en cualquier campo de importancia general en un parque temático. Disneylización de la vida, de la comida, del ocio, del entretenimiento y de ello se desgranan los sucedáneos culturales, presentados con bombo y rótulos de neón, con apoyos institucionales, pero que en su contenido es una regresión o una atomización de los ideales filosóficos en una suerte de competición de eslóganes ocurrentes rimados en asonantes.

Será el signo de estos tiempos, pero mientras no se cambien los parámetros o las claves de valorización subjetiva en términos de influencia y sensibilidad más allá de su aportación al turismo o la índice de venta de berberechos enlatados o crepes de lubina, la insuficiencia cultural per cápita se hará crónica. La infantilización de los complejos impulsos para disfrutar de lo que no es tangible o se puede colocar en una columna de la contabilidad transparente u opaca significa una renuncia. Todo debe ser sencillo, inmediato, entendible, divertido y no se reclama en ningún caso el mínimo esfuerzo intelectual individual o colectivo. Se trata de llenar marcos incomparables a base de unas campañas publicitarias que minimizan lo que se ofrece en los mismos de forma temporal y contextualizada en modo de ferias, fiestas o festivales. Se buscan números, clientes, consumidores que no presenten exigencias ni reclamen otra circunstancia que hacerse un selfie.