Itziar Ziga
Escritora y feminista
JO PUNTUA

Memento Audevis Semper

De alguna manera siento que si Nagore Laffage sólo nos duele, nos han ganado. Me rabia que su nombre quede para siempre asociado a lo que nunca debió pasarle, a lo que nos sucede a las mujeres demasiadas veces. Cómo liberarla de esa losa semántica llamada tragedia. Cómo devolverle la autonomía, el arrojo, la propia voz, a esta chica de veinte años de la que siempre se destaca que tenía mucho carácter, lo que significa cuando se describe a una mujer, decisión, agallas, entereza.

No hay peligro suficiente para tanto miedo como tenemos. Este verso de la poetisa AJO me protege como un conjuro. Una cosa es el peligro y otra, el miedo. Después de Nagore, las chicas no deberían quedarse encerradas en casa o sólo salir con sus novios. Entre otras razones, porque algunos novios también matan. Ni culpabilizar su deseo, ni lamentar su audacia, ni escatimar otro cubata a la prudencia. Y me endemonio al pensar que muchas madres esperarán a sus hijas más insomnes, más aterrorizadas que antes de Nagore. Y que las infantilizarán casi sin poder evitarlo.

Hay algo que me dijo Asun Casasola y que no olvidaré nunca: yo eduqué a mi hija para ser libre. Y punto. Esa frase no tiene continuación posible. Nagore subió a ese piso por ser libre y murió en él por ser mujer. El complejo equilibrio entre ser libres y ser mujeres traza nuestras vidas. Pero de resolverlo a nuestro favor depende que este mundo construido contra nosotras nos resulte no sólo habitable, sino también apetecible. Aunque a veces, ni podamos contarlo.

Exorcizo mi dolor y mi rabia en estas líneas. Y conecto el nombre de Nagore Laffage, que acaricio cada vez en mi retina, con este sortilegio liberador que me regaló una mañana pletórica mi amigo Camino. Y que le hace honor a ella, a todas nosotras.

Memento Audevis Semper.

Recuerda atreverte siempre.

¡Gora San Fermín!