Raimundo Fitero
DE REOJO

Absurdo

Absurdo no es un color, ni un estado del ánimo, ni una conjunción de vectores socio-económicos. Absurdo es un absurdo. Una forma de entender el mundo de los demás. Una calificación entre moral y paraliteraria. Entre la patafísica y la metafísica cuántica en almidón. Absurdo soy yo. O absurdo es que no se sepa si los resultados electorales en Argentina son favorables a uno o a otro. En casi todos los lugares las relaciones de fuerzas electorales con todas las consecuencias que se quieran están muy cercanas, parten en dos a la ciudadanía, pero se manejan los intereses siempre de las clases pudientes por encima de la necesidad de la mayoría social. Esto es un absurdo. Hay un plan para desestabilizar, otra vez, todo el cono sur. Miren las noticias. Y no sean absurdos creyéndose la manipulación oficial.

Pero a mí me parece muy absurdo que se cree un movimiento de sorpresa por la tibieza de Donald Trump con los nazis y los primacistas. ¿Dónde colocan ideológicamente entonces al hombre naranja, al cerebro de panocha? Me ha soliviantado un titular sobre los incidentes de Charlottesville: “Caos entre nazis y personas”. Los nazis son personas. Repitamos en voz alta: los nazis, los franquistas, los neoliberales son personas. Hasta Trump es una persona, por absurdo que parezca emparentarlo por ejemplo con su paisano Avran Noam Chomski. Aunque parezca increíble son ambos pertenecientes a la misma especie de mamíferos.

Cosas absurdas de hoy. Se encuentra a un anciano muerto en un ascensor donde estaba encerrado desde hacía un mes pese a haber apretado dos veces el botón de alarma. La Guardia Civil se convierte en esquiroles con uniforme en la huelga de la seguridad privada en el aeropuerto de El Prat. ¿Se sabrá desde dónde se alimenta esta huelga de Eulen? No es un absurdo, es una estrategia.