04 SET. 2017 DE REOJO H Raimundo Fitero Varias generaciones vivieron con la paranoia de la bomba atómica, de la guerra nuclear. Las bombas atómicas existen, se tiraron, las tiró EEUU para ser más concretos sobre poblaciones civiles japonesas. Una catástrofe humanitaria que se quiere presentar como algo anecdótica, incluso se dice con cinismo supino que gracias a esa barbaridad se acabó antes la segunda guerra mundial. Después apareció otro fantasma global al menos nominalmente. La bomba H, la bomba de hidrógeno, que se llama así porque se parte de un isótopo del hidrógeno, el deuterio, para desencadenar todo el proceso de fisión-fusión-fisión. Es su nombre popular ya que los asesinos que la diseñaron y quienes la perfeccionan y la mantienen con toda su capacidad de destrucción total la llaman bomba termonuclear o de fusión. Corea del Norte ha anunciado que ha experimentado con una bomba H. Y se ha armado una buena. ¿Será verdad, propaganda, guion de los servicios secretos para perpetrar alguna nueva guerra focalizada? Uno vive en la total indefensión e incredulidad absoluta. La ONU se va a reunir de urgencia, van a dictaminar lo que dicten las grandes potencias y nos van a meter de nuevo el miedo en el cuerpo. Antes había tratados de no proliferación y hasta de destrucción de armamento nuclear. Pero no se sabe si eso está controlado ahora o hay muchos materiales libres por ahí. Armas nucleares hay muchas y están en manos de dirigentes poco fiables. Trump tiene la cajita de los truenos a su disposición y es impredecible. No está claro si los servicios de inteligencia se controlan unos a otros de manera eficaz. ¿Cuánto material de esta índole tiene a su disposición Putin? ¿Cuántas bombas tiene China de estas características o de otra capacidad mayor de destrucción? Confiemos en el dicho popular de que el miedo guarda la viña.