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IKUSMIRA

De EH al mundo, pasando por Islandia y Rapa Nui


Antes de nuestras últimas vacaciones de verano nos avisaron: «Tened cuidado, que en Islandia matan a los vascos». ¿Cómo? En un país aparentemente tan civilizado, cuyas gentes se parecen mucho a nosotros en actitud, en un territorio con sus increíbles paisajes que transmiten tranquilidad y serenidad, ¿cómo es posible que ocurra esto?

Pues bien, la respuesta la obtuvimos el pasado 17 de agosto en Hólmavik, un tranquilo pueblecito pesquero situado en el noroeste de la mencionada isla. Una placa, escrita en euskara, castellano, islandés e inglés, rodeada de dos colmillos de ballena y varios peces secándose, y situada delante del Museo de la Brujería, explicaba que ese lugar se erigió en 2015 en homenaje «a los 31 balleneros vascos asesinados en el año 1615» acusados de invasores. Es decir, se declaraba ilegal matar vascos en Islandia 400 años después. Bueno, nos quedamos más tranquilos, porque solo dos días antes estuvimos en una excursión viendo ballenas jorobadas en Húsavik.

Esta última anécdota viajera se suma a otra que recuerdo en la remota Rapa Nui, donde una familia argentina reconoció mi camiseta de la Real y su ikurriña que llevaba puesta, lo que les incitó a preguntarme, literalmente: «Kaixo, zer moduz?». Todas estas y otras muchas más curiosidades me dejan boquiabierto de la –no sé cómo llamarlo– relevancia que hemos tenido y tenemos los vascos en el globo. A pesar de ser un país pequeño –Islandia tiene una población parecida a la de Bilbo–, hemos sido capaces de abrirnos al mundo. Que solo sea el inicio de algo más grande.