GARA Euskal Herriko egunkaria
Entrevista
VERONIQUE DUDOUET
DIRECTORA DE PROGRAMAS DE LA FUNDACIÓN BERGHOF DE BERLÍN

«El modelo vasco de desarme es único, asombra y emociona»

Nacida en Caen en 1977, optimista por naturaleza y afanada en solucionar pacíficamente los conflictos armados por vocación, Dudouet analiza desde el prisma de los estándares de la ONU el significado y las dimensiones del desarme de ETA y las derivadas que puede tener.


Invitada de nuevo a Euskal Herria por el Foro Social Permanente, esta normanda que no puede quitarse de la cabeza «la sonrisa de la gente» que el 8 de abril acudió a Baiona a arropar y participar directamente en el acto de desarme de ETA analiza ese modelo según los estándares integrados de la ONU para los procesos de Desarme-Desmovilización-Reintegración (DDR, por sus siglas en inglés).

Atiende a GARA con diplomacia y con una gran experiencia en la mochila, fruto de su aportación en multitud de intentos de solucionar pacíficamente conflictos armados. Expresiva en sus gestos, trae a colación casos como los de la insurgencia en Nepal o el sur de Tailandia o la mesa de negociación entre el gobierno salvadoreño y las bandas criminales más importantes de aquel país. Es consciente de que en todos los confictos en los que se ha requerido su participación, siempre le dicen lo mismo: «Esto es tan complicado que cualquier experiencia o modelo que traigas no va a funcionar». No obstante, reconoce haber «aprendido mucho» en Euskal Herria y añade que, desde la singularidad de cada caso, este pequeño país tiene grandes lecciones que aportar.

Un modelo inspirador

Preguntada sobre si realmente el modelo vasco de desarme es materia de estudio a nivel internacional y cuáles son sus lecciones, no duda en responder afirmativamente. «Sí, definitivamente sí. No ha sido especialmente cubierto por los medios de comunicación globales, salvo jornadas clave como las del 8 de abril en Baiona. Pero cuando cuentas cómo se desarrolla ese proceso aquí, realmente se asombran y se emocionan. Resulta muy interesante, ponen atención y sacan conclusiones. La forma en que los actores han apostado por empujar, por tirar hacia adelante para buscar cambios frente a los obstáculos que buscaban bloquear todo tipo de avance, eso, sin duda, es una gran lección, de eso hay que aprender».

Y prosigue entusiasmada: «Esa practicidad constante, esa constancia proactiva es algo a poner en valor. Quizá el tempus, la medida del tiempo podría haberse hecho mejor. Han pasado seis años desde la Declaración de Aiete y no sé, tengo colegas aquí que me dicen que lo hecho en abril podría haberse hecho, no sé, dos años antes, a pesar de todas las dificultades. Pero que tantos sectores de la sociedad converjan y pongan esa pista de aterrizaje, bien con compromisos directos, a pie de obra en el acto de decomiso de armas o participando a otros niveles... Iniciativas de tal calado son realmente únicas y remarcables».

Dudouet incide en otro aspecto de este modelo: «Una de las dimensiones más cruciales es haber hecho de la sociedad un actor y no un espectador. La sociedad es descrita por los actores de todo conflicto armado como la razón de su lucha, y hacer que la sociedad participe en la decisión de dejar las armas, en el cambio de estrategia, darle la palabra ahí, en ese tipo de decisiones, es algo muy grande».

«No lo imaginábamos así»

Desde su experiencia personal, remarca un hecho que cree global y ocurre muy a menudo: «Se siente la fatiga de guerra, el cansancio social en torno al conflicto, y la crisis de legitimidad a la hora de llevar adelante acciones en nombre de un pueblo que está cansado de la guerra. Ocurre a menudo, se hacen acciones armadas en defensa de la comunidad y es la comunidad la que dice ‘¡alto ahí! Nos estáis haciendo daño’, y las organizaciones armadas lo atienden».

Tiramos de hemeroteca y le recordamos cómo ya en 2013 dijo que «es posible un desarme con la participación de la sociedad civil que podría cumplir con los estándares internacionales». La pregunta viene sola: ¿tenían ya entonces el modelo de lo ocurrido en Baiona en mente? «Honestamente nunca lo imaginé así. Pensaba que los vascos tenían la posibilidad y la necesidad de hacer algo realmente nuevo, algo de lo que no cabía encontrar muchos ejemplos en el mundo. Tenía la esperanza de algún tipo de negociación para facilitarlo, que el Gobierno de Madrid se vería de alguna manera forzado a abordar este tema, que habría observadores, verificadores y testigos internacionales, gente con conocimiento militar... Pero ver a gente corriente con esos chalecos reflectantes y toda esa marea en Baiona... nunca concebí una participación tan activa de la gente en la recogida de las armas».

Ironía del paradigma español

Como experta y miembro de una fundación global que trabaja en estos temas, no perdemos la oportunidad de preguntarle su opinión sobre la inhibición, o mejor, el boicot directo del Gobierno español.

«A nivel internacional, el conflicto vasco no se ve tanto como un conflicto armado de alta intensidad, es más un conflicto de naturaleza política con un componente armado. Creo que el Gobierno español lo ve desde un paradigma completamente diferente, digamos que como lo vio Alemania con la RAF (Fracción de Ejercito Rojo) o Italia con las Brigadas Rojas. Ve un cuerpo de ‘células terroristas’, sin dimensión política, algo criminal, fuera de la ley, frente al cual solo valen las medidas de seguridad, y no la política. Deben desaparecer, meterlos a la cárcel para toda la vida, y si interpretas el conflicto desde esa perspectiva es muy difícil esperar pasos que otros gobiernos han dado en el mundo».

Sin embargo, subraya la ironía: «Es muy paradójico, porque en realidad el Gobierno español está comprometido en muchas labores de mediación a nivel mundial, por ejemplo en la ONU. No es que no entiendan que los conflictos pueden solucionarse pacíficamente, es que entienden el conflicto de aquí tiene un paradigma completamente diferente».

Lecciones aprendidas

Tras haber visto y analizado conflictos de dimensiones mucho más grandes y trágicas, preguntamos a nuestra interlocutora si alguna vez se ha sentido frustrada, pensando que los vascos no tienen solución, que eran un caso aparte y sin remedio.

Con una sonrisa cómplice, responde que «cuando empecé a visitar y a trabajar en el conflicto del País Vasco, creo que la primera vez fue en 2008, venía de haber trabajado mucho en el conflicto palestino-israelí y tengo que reconocer que era bastante frustrante. Me embargaba una sensación de vacío enorme, se daban pequeños pasos adelante y luego se desandaba todo. Sinceramente, aquí todo es muy diferente. Lo que yo siempre he admirado es esa actitud, ese ‘hemos decidido esto y si no conseguimos nada a cambio, ya buscaremos alguna otra cosa’, esto no lo he visto en otros lugares. Esa determinación para no desesperarse cuando tus planes no se cumplen, ese ‘cuando una puerta se cierra, ya abriremos otra’, si un nivel no está funcionando ‘ya trataremos de movilizar otro’, esa voluntad de seguir moviéndose unilateralmente».

Es consciente de que antes hubo tres intentos de negociación bilateral entre ETA y Gobierno, que fracasaron y que generaron niveles de frustración. «Quizá llegué en el buen momento. Nos implicamos tras el último intento negociador con Zapatero y ciertas lecciones habían sido aprendidas. Eso parece desde fuera».

 

«Un acto de soberanía acorde a los estándares de la ONU»

En el discurso de Dudouet, el desarme es «un acto de soberanía acorde a los estándares de la ONU» y se entiende como «un componente del paquete DDR (Desarme-Desmovilización-Reintegración). Normalmente ese paquete es una de las claves para el éxito de los procesos de paz». Y prosigue en su análisis: «No todos han tomado el riesgo ni han demostrado la audacia de ETA al poner todo de su parte para hacer avanzar las dos primeras patas (las dos primeras ‘Ds’) sin tener ninguna garantía de reciprocidad. Ha sido un incentivo para que las otras patas del paquete vayan tomando relieve, deja sin excusas a la otra parte, lo pone todo más fácil. Hay que esperar ahora que el resto del paquete siga su curso».

Cuando habla del «paquete DDR», las dos primeras «Ds» pueden abordarse desde el convencimiento y la decisión propia, pero la «R», eso ya es otro cantar. Le invitamos a reflexionar al respecto.

«Según los estándares DDR de la ONU, que están recogidos en un documento de 350 páginas en las que se explica cómo deben hacerse estos procesos, y a pesar de decir que cada caso es único y que no siempre deben darse los pasos en un orden y una secuencia determinada, se dan orientaciones a nivel internacional. En todo lo que aquí ha ocurrido se han aplicado esos principios. Por tanto, con el desarme la primera D está culminada; la segunda, desmantelamiento, desmovilización o el cierre de la organización, puede ocurrir, aunque si miras en otros países está D suele ocurrir más adelante en el tiempo, porque la organización suele servir para que sus miembros encuentren su camino hacia la reintegración, la participación en dinámicas de reconciliación, etcétera… Creo que aquí ese desmantelamiento ocurrirá antes y con ello otra excusa utilizada por el Gobierno español caerá. Luego hay que articular una gran presión, un gran empuje entre autoridades, sectores organizados… para negociar paquetes de soluciones para los presos, los deportados o la gente que pueda seguir en la clandestinidad. Articular ese gran acuerdo en el País Vasco sería crucial. Eso sí, creo que este último paquete está muy relacionado con el rol de las víctimas».

«En el mundo, por regla general, las dos primeras D» son concesiones de los grupos armados y la R lo es del Estado. Es una forma de, cómo decirlo, de intercambio. Si no se da ese intercambio, la única forma de hacerlo es mediante la combinación de una gran presión, articulada correctamente, de todos los actores políticos y sociales del País Vasco. Cuanta más unidad como país, más presión a Madrid. Si los vascos dicen unidos que esto y lo otro deben ocurrir, creo que lograréis que ocurra».M.Z.