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DE REOJO

Una «llufa»


En catalán existe una palabra que tiene el significado de inocentada. El monigote que se cuelga en algunas espaldas el día de los santos inocentes se llama “llufa”, pero dicho de manera genérica quiere decir que es una broma. Un cohete que no ha subido más de dos metros del suelo y no explota con el ruido esperado, es lo que hace “llufa”. Pues al ver la sesión parlamentaria con el uso deliberado y simultáneo de varias pantallas, pasé por todos los estados anímicos y políticos, como se ha visto sucedió a las treinta mil personas que se concentraron cerca del Parlament para verla en comunidad y pantallas gigantes, que pasaron de la euforia al llanto en segundos.

Esas imágenes de cuando Puigdemont aceptó públicamente  el mandato de instaurar el Estado independiente, que parecían provenientes de algún partido de fútbol calificatorio del Mundial, pero que al decir que lo congelaba, lo aplazaba, lo suspendía, sentó como un gol en contra en propia puerta en el último segundo del partido. Decepción es la palabra más granítica. “Llufa” el sentido de acto no consumado. De vuelta a tras, de incomprensión. Se escuchó la voz “traidores” y todo se cristalizó. En las tertulias del momento algo se puso en común, nadie estaba contento, nadie comprendía exactamente qué había pasado y qué consecuencias tenía todo lo visto.

Por dentro de los rituales formales, la puesta en escena fue mala, imposible de considerar su falta de ritmo, su falta de emoción. Esa firma nominal de un documento de proclamación que no se hace en sede parlamentaria solemne sino en una sala, que no lleva sello, que parece ser una manera de nadar y guardar la ropa. Para unos no ha habido proclamación, para los otros sí, y están con el artículo 155 en marcha. ¿Hay o no hay proclamación de independencia en Catalunya? Una “llufa”.