Jon Odriozola
Periodista
JO PUNTUA

¡Rendíos, malditos polacos!

De igual manera que la patria es el último asidero al que se agarran los logreros, la invocación de la ley, la Constitución y/o el Estado de derecho es el último valladar con que el Estado español se parapeta contra la voluntad de los pueblos. Lo que antaño tuvo un revestimiento anticlerical y revolucionario, hogaño es una cueva de Alí Babá reaccionaria y corrupta.

Y no es que en Catalunya estemos asistiendo a un «procés» revolucionario –las continuas apelaciones al civismo pacífico indican su carácter burgués–, sino sencillamente a una reivindicación –el referéndum– plenamente democrática, y si ello va contra, o choca, el cañamazo juridicista y legiferante del orden constituido (que viene de donde viene), peor para este.

Desde el Estado central Catalunya sólo ha recibido desprecios e insultos al más puro estilo imperial, que esa es la idea desoxirribonucleica que tiene la rancia oligarquía española de España como Imperio «donde nunca se ponía el sol», etc. Un Estado que no negocia nunca nada ni con nadie –salvo las condiciones de rendición, que para eso ganamos la guerra– lo mismo da quién gobierne. Es por esto por lo que interpreta el procés como un «desafío», un reto, una osadía. Y ya dijo Rubalcaba que quien echa un pulso al Estado, pierde. De momento...

Si para algo está sirviendo, entre otras cosas, la cuestión catalana –y la vasca– es para que caigan de una vez las caretas con que tapaba el fascismo su verdadero rostro purulento. La llamada «cuestión catalana», no es difícil adivinarlo, es una «razón de Estado» (como Nafarroa). Resulta sintomático, a este tenor, que se acuse a los Mossos d'Esquadra de «pasividad» (como en balonmano) e «inacción flagrante» cuando cerraron el triple de colegios electorales que las fuerzas de ocupación españolas. En realidad, lo que vienen a decir es que no se emplearon «a fondo», esto es, que no repartieron hostias a tutiplén ni leña ni hule de lo lindo, como hicieron ellos y todo el mundo vio.

Catalunya no es el problema; el problema es España.