Jon Odriozola
Periodista
JO PUNTUA

«¡Harriba Hespaña, Cohone!»

Se queja el facherío de que les llamen por su nombre: fascistas. «No somos fachas, somos españoles», dicen los que desfilan cuasimilitarmente en Barcelona. Adolecen de dos máculas: primera, no saben siquiera que son españoles; segunda, caso de saberlo, ignoran que un pueblo que oprime a otro no puede ser libre pues hace suyo la martingala especiosa de un Gobierno opresor no importa su pelaje ni afluentes. Piensan –en clave de «Imperio»– que oficialmente sólo se puede ser español y de «La Roja», de ahí que su máximo adalid sea un ilustrado enciclopedista que pone los ojos en blanco cuando suena el himno (sin letra): Sergio Ramos. Si alguna «región» se pone levantisca –vascos o catalanes–, desde el punto de vista imperial-español se entiende como un «problema»: el conflicto vasco, el problema catalán (o el Rif melillense), nunca el «problema español». Y es que ya la historiografía oficial, Menéndez Pidal y Sánchez Albornoz a la cabeza, hacen nacer a España en la Edad Media con un Cid, verbigracia, español de cojones.

Las naciones, políticamente hablando, son productos históricos. Hasta la derrota en la batalla de Ayacucho (1824, por ahí andaba Espartero), España dejó de ser un Imperio y pensó en «construirse» como nación (incluida las «provincias» de ultramar: Cuba, etc.). El siglo XIX se conoce en Europa como el «siglo de las nacionalidades»: Italia, Alemania, por ejemplo. Massimo d'Azeglio, en la primera reunión del parlamento de la Italia unificada, decía: «hemos hecho Italia, ahora tenemos que hacer los italianos». En 1835, Antonio Alcalá Galiano reconocía ante las Cortes españolas que «uno de los objetos principales que nos debemos proponer nosotros es hacer a la nación española una nación que no lo es ni ha sido hasta ahora» (subrayado mío). Arzallus, en el Aberri Eguna de 1995, arengaba: «primero hacer pueblo, luego la independencia».

El concepto que se tiene de España –como Imperio–, es el que se enseñaba, se me antoja, en las escuelas franquistas a través de la Enciclopedia Álvarez, una España de tebeo, una historieta. Justo la que se quiere imponer, vía cojonudismo, a Catalunya a través de la espada, de la fuerza, de la Cruzada versión art. 155. Una historieta de pacotilla contra la Historia. Dramático e irrisorio.