24 NOV. 2017 FÚTBOL FEMENINO Un reto y una ilusión Iñigo Juaristi se sienta por segunda vez en el banquillo de la selección, tras estrenarse hace cinco años. Amaia U. LASAGABASTER Alejado del fútbol de forma activa desde que dejara el Athletic hace un par de temporadas, Iñigo Juaristi volverá a sentarse mañana en un banquillo. Acompañado por Iraia Iturregi y Aintzane Encinas, que tras colgar las botas el pasado junio trabajan ahora en Lezama y Zubieta respectivamente, el entrenador vizcaino se hace cargo de la selección por segunda vez. Se estrenó en 2012, compartiendo cargo con Garbiñe Etxeberria, en el encuentro organizado por Euskal Herria Kirola que enfrentó a las vascas con Eslovaquia en el estadio de Anoeta. Ahora, de la mano de la Federación, repite experiencia y sensaciones. Responsabilidad, reto, ilusión son las tres palabras que podrían definir cómo afronta el partido frente a Chequia. «Y trabajando», apunta, aunque este tipo de encuentros sean «un poco atípicos porque no es como estar en el día a día de un equipo y no puedes preparar muchas cosas como nos gusta a los entrenadores». Pero eso no le resta un ápice de satisfacción, fundamentada en dos motivos. El propio cargo, «porque ser seleccionador es algo muy bonito, algo de lo que sentirse orgulloso» y toda la tarea que ello implica. «La sensación de dirigir a un equipo me encanta. Y el trabajo de preparar un partido, pensar quién va a estar, ver partidos del rival, qué idea es la mejor para plantear...». A fin de cuentas, lo de mañana es un partido de fútbol, en el que «se trata de hacerlo lo mejor posible». Y, sin embargo, es también algo más. Juaristi no cree que sea un tópico, «realmente se juega con otra motivación. Por la experiencia que yo tengo, por las jugadoras que conozco, este partido lo viven de una manera especial. Por un lado se sale de esa especie de “día de la marmota” que puede parecer a veces el trabajo con tu equipo, pero sobre todo es un partido internacional, de probarse a otro nivel, de intentar saber qué podríamos hacer si tuviéramos selección oficial... Es diferente». ¿Qué podría hacer Euskal Herria a nivel internacional? No es fácil saberlo y su técnico ni siquiera se aventura, de hecho, a adelantar qué puede suceder mañana. «Es una incógnita. Y eso es lo bonito, que es un juego en el que no sabes qué va a pasar». Y más en este tipo de encuentros, en el que el conocimiento sobre el rival y sobre el propio equipo es limitado. «No es una competición en la que vas viendo a tu equipo cada día en los entrenamientos y cada semana en los partidos, que vas corrigiendo, trabajando los detalles, ves más a los rivales...», recuerda, aunque el trabajo previo sí le ha servido para hacerse una idea de lo que puede encontrarse mañana la selección. «Me da la sensación de que Chequia es un equipo muy potente, muy físico y con una estructura y una idea muy clara de juego –explica–. Además hay muchas jugadoras de un mismo club, con lo que es más fácil que se compenetren. Y tienen mucha experiencia a nivel internacional, también con sus equipos. El que más jugadoras aporta al once habitual es el Slavia, que está en cuartos de final de la Champions, alguna del Sparta, que ha llegado a octavos, y las otras dos juegan en la Bundesliga, que tampoco es cualquier cosa». En definitiva, «un buen equipo», frente al que lo que más le preocupa, sin embargo, no es ni la experiencia ni la calidad del rival, sino «el plano físico. Porque a nivel de calidad no tengo duda, la tenemos, pero a nivel físico, que en partidos de este nivel es un componente fundamental, sí tengo más dudas», admite. En lo que espera acertar es en el rival que se van a encontrar las jugadoras checas en Ipurua. Con poco más de un entrenamiento conjunto no hay mucho librillo que aplicar pero sí alguna idea fundamental. «Me gustan los equipos intensos, que aprietan mucho y que quieren el balón y jugar a fútbol. Y me gusta que las jugadoras sientan que el fútbol es un juego, con el que hay que estar muy conectado, pero un juego; a veces me da la sensación de que la información que transmitimos los entrenadores y el entorno es demasiada y se acaba haciendo a las jugadoras pensar mucho y jugar poco. Yo quiero que sean ellas mismas y que jueguen». «Y sobre todo me gusta lo que ya he dicho, que el equipo sea intenso, que la gente esté muy metida en el partido, que apriete mucho, que sea fuerte en los duelos... Ese tipo de cosas me gusta y creo que también va con nuestro carácter y es algo que no podemos perder», incide el seleccionador.