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JO PUNTUA

Estados neofascistas


Durante las últimas décadas, y de un modo exponencial, los estados son maquinarias al servicio de las corporaciones financieras y empresariales transnacionales pilotadas por la industria militar, es decir, se han convertido en estados-guerra, en estados criminales. Para ello, la nueva doctrina imperial de la guerra permanente, plantea la necesidad de sacrificar los valores que supuestamente la justifican (democracia, derechos humanos, soberanía popular, elecciones libres, etcétera.). En el caso español es la culminación del proyecto totalitario de instauración del neo-franquismo disfrazado de monarquía parlamentaria.

Además, se ha venido construyendo la ficción del estado social y de derecho, cuyas políticas legislativas y económicas están al servicio de los sectores acomodados de la sociedad y de las élites de poder transnacionales. Sin embargo, tratan de hacernos creer que operan en provecho de la ciudadanía común. Una ciudadanía cada vez más indefensa puesto que los agentes sociales y políticos que la representaban han ido perdiendo capacidad de influencia. Unos han sido secuestrados y convertidos en movimientos al servicio del Estado, otros, aplastados por no someterse a ser parte de la estrategia de aniquilación de la resistencia civil en todos los frentes.

La semejanza entre los gobiernos de los estados fascistas y totalitarios que protagonizaron la Segunda Guerra Mundial, y los gobiernos actuales de esos mismos estados, la identificamos cuando conseguimos percibir que cada vez se parecen más a aquellos, en una versión neo-fascistas y autoritaria edulcorada, pero no por ello menos amarga.

Lo más grave es que como ocurría con las masas nacional-socialistas que apoyaban al fascismo, mientras esto ocurre, quienes son asesinadas impunemente, se transfiguran en un espectáculo a los ojos de las masas. Y para dejar claro el destino de quien defiende con coraje la dignidad, o denuncia la barbarie, enseñan a los espectadores la lección y, al aprenderla, éstos van enfermando de miedo, de crispación, de vehemencia. Se transmutan en náufragos de sí mismos, de forma que, cuando quieren darse cuenta, ya se comportan como muertos vivientes o neo-fascistas encolerizados.