01 DIC. 2017 IKUSMIRA Cara y cruz Mirari Isasi Periodista Los responsables de los «vuelos de la muerte» de la ESMA, que durante la última dictadura militar en Argentina acabaron con la vida de al menos cuatro mil detenidos desaparecidos, lanzados al mar desde aviones después de haber sido drogados para que siguieran respirando, acaban de ser condenados por primera vez por la Justicia en una sentencia histórica que incluye varias cadenas perpetuas. La derogación en su día de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y de los indultos a represores concedidos por los gobiernos de turno lo han posibilitado. Habría que tomar nota por estos lares. El macrojuicio ESMA III analizó no solo la mecánica y responsabilidades de los «vuelos de la muerte» con una reconstrucción sin precedentes de la burocracia de la Armada, sino también el funcionamiento de uno de los mayores centros clandestinos de detención y tortura de la dictadura e incluso la contribución de los medios de comunicación a la construcción la figura del enemigo interno. Un papel que los grandes medios argentinos siguen cumpliendo a día de hoy, al dictado del Gobierno, que ha convertido al pueblo mapuche en el enemigo interno, el «terrorista», para justificar su estrategia represiva que facilite su deslojo y la extranjerización de sus tierras ancestrales en Argentina y Chile. Los mapuche llevan cinco siglos siendo «víctimas del terror de Estado» y del «terror del Gran Capital». En palabras de Eduardo Galeano, «los atentados más feroces contra la gente y contra el mundo los cometen los que después son recompensados y, en cambio, se consideran terroristas a sus víctimas».