Raimundo Fitero
DE REOJO

Israelitas

Las elecciones catalanas del 155 han acabado con las israelitas. Por su excesivo coste y por su capacidad insuperable de fallar de manera estrepitosa. Se llaman así a las encuestas que se hacen a la salida de los colegios electorales. Los que las inventaron dicen que son bastante fiables si se hacen bien. Yo cuento la misma anécdota, cuando votaba en Gasteiz, atendí a una persona al salir de votar y le contesté que había votado a UCD. Apuntó con parsimonia y me dio las gracias. Ese partido no existía desde hacía algo más de tres elecciones. Es decir, mentimos, antes, durante y después. Nos han enseñado a ello, con mucha insistencia, los partidos políticos.

Las israelitas no tienen valor contable, pero ayudan de manera importante a los programas electorales televisivos y radiofónicos. Se montan dos horas especulando sobre esos resultados ficticios. Y cuando aparecen los primeros escrutinios auténticos, se arma el follón, se crean estados depresivos, se cambia el discurso sobre la marcha. En los de ayer, nada de eso. Se abre una nueva etapa en este género de desinformación, rellenar con especulaciones y deseos inconfesables. Quizás lo profesional sería empezar estos programas dos horas después de cerrar las urnas. Pero en La Sexta llevan desde las ocho y media de la mañana de ayer, en directo, rellenando horas televisivas. Y haciendo campaña subliminal. Yo diría que en un claro ejemplo de menos periodismo, más ombliguismo. Por cierto, las sospechas de manipulación electoral, de pucherazo, no es en las urnas, donde hay bastante control con los interventores de todos los partidos, sino después, en esos macro-ordenadores controlados por empresas privadas y que utilizan logaritmos ignotos por la mayoría para sacar los diputados finales. Ahí se puede dar el pucherazo digital a la rusa o la Bush, de difícil detectación.