EDITORIALA
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Catalunya, entre el exilio y la Moncloa

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, aprovechó ayer la rueda de prensa convocada a fin de desgranar el balance político del año para anunciar la convocatoria de la sesión constitutiva del nuevo parlamento catalán, que se celebrará el próximo 17 de enero. De esta forma Rajoy venía a recordar de forma poco sutil que el 155 continúa vigente en Catalunya y que él sigue al mando. El presidente español trata de este modo de proyectar la imagen de que controla la situación en Catalunya, a pesar del fiasco sufrido por las fuerzas unionistas en las elecciones del 21D y del fracaso rotundo del 155.

Preguntado por la hipótesis de que Carles Puigdemont dirija la Generalitat desde su exilio en Bruselas, Rajoy se permitió ironizar con esa posibilidad, que tachó de absurda. En sentido similar había respondido Iñigo Urkullu en una entrevista matutina («no se puede dirigir un país vía internet»), mostrando una vez más la extraña sintonía entre ambos mandatarios, con las maniobras del 26 de octubre todavía pendientes de aclaración por parte de Lehendakaritza. Ante una situación extremadamente grave que se da como consecuencia de la doble embestida estatal (represión judicial e invasión de la autonomía), una respuesta jocosa quita hierro al ataque a la democracia perpetrado, y también proyecta una imagen de normalidad. Se busca recrear que Puigdemont está en Bruselas poco menos que por voluntad propia, ocultando el hecho que lo ha provocado. Y, con ello, camuflando el problema político de fondo: el derecho de los catalanes a decidir su futuro sin injerencias ni imposiciones por parte del Estado.

Resulta sorprendente que ambos mandatarios se permitan dudar de que se pueda dirigir un país desde el exterior en una situación de exilio político y, sin embargo, se dé carta de normalidad a que sea un presidente español quien convoque al Parlament catalán. Como ciertamente no se puede dirigir un país es con mando a distancia desde Moncloa y contra la voluntad de sus gentes. Se llame Catalunya o se llame Euskal Herria.