La tradición

Leo anonadado que un grupo de petarderos de Almendralejo, en aquella lejana Badajoz de nuestros dolores, se ha corrido por nochevieja una juerga de las de no poder olvidar. Llenaron la boca de un gato de petardos y les dieron fuego. El pobre animal salió corriendo como alma en pena y fue atropellado por un coche. Como buen gato, tenía siete vidas y siguió existiendo, pero, al final, dice la noticia que hubo que «eutanasiarlo», porque tenia la boca destrozada por la carga explosiva.

Estas perversas actividades siempre se justifican con la bandera de la tradición, como en los casos de los que tiran cabras desde el campanario o el del Toro de la Vega.

Por cierto que no se cómo puede hablarse de la tradición de echar petardos cuando hace solo unos años nadie los usaba. Ahora parece necesario aterrorizar a todos los niños del vecindario y demostrar poderío de fuego en el arte de molestar a los demás o dejarles sordos o darles sustos de muerte. Una gracia.

Ya vienen los reyes: otra tradición. Este año, además, por partida doble. El Borbón Grecia que se cubrió de gloria con su amenazante discurso a la nación catalana, va de ir mejorando la imagen de la Casa Real, que tan maltrecha quedó tras los numerosos episodios protagonizados por su predecesor y padre, de amigas fuertes, caza de cuernos y colmillos o pesca de merluzas. Y para eso nada mejor que aparentar austeridad, dentro de un orden, claro, que la batuta la lleva su egregia esposa.

Total, que tal que hoy 5 de enero de hace 80 años nació papuchi, que para resarcirse de su no invitación al festín de los 40 años de la Constitución exigía que se le ofreciera un espontáneo auto homenaje. Felipe quería que la cosa pasara desapercibida, pero al fin se ha impuesto el buen sentido y va a celebrarse en palacio un fiestón de primera división, con más de cien invitados de la flor y nata, de la creme de la creme, como si no pasara nada. Derroche por todo lo alto. Como mandan los cánones y defendiendo la bandera de la santa tradición de FET y de las JONS.