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EDITORIALA

Hollywood, un altavoz útil para el feminismo


Hace 50 años se estrenaron tres películas con tres elementos en común: ‘‘To Sir, with love’’, ‘‘In the heat of the night’’ y ‘‘Guess who’s coming to dinner’’. Las tres fueron cintas exitosas, las tres ponían en primer plano el racismo y las tres contaron con Sidney Poitier, que tan solo tres años antes se había convertido en el primer negro en ganar un Óscar al mejor actor principal. El hito de Poitier fue recordado la noche del domingo en la entrega de los Globos de Oro por la presentadora y productora Oprah Winfrey, que se convirtió en la primera mujer negra en ver premiada su trayectoria y que en 1964 apenas era una niña ansiosa de explicar a su madre, que limpiaba casas, el triunfo de Poitier. Raza y género se dan la mano en la historia de las desigualdades, y conviene no menospreciar la influencia que espacios como Hollywood tienen a la hora de perpetuarlas o combatirlas.

Del mismo modo en que el laureado actor puso voz a millones de afroamericanos en plena lucha por las libertades civiles, el domingo Winfrey –a quien ya hay quien ve en la Casa Blanca– recogió la esencia de una gala marcada por la campaña “Time’s Up” –Se acabó el tiempo–, que ha puesto en pie a centenares de actrices para alzar la voz contra los abusos sexuales en Hollywood. Una iniciativa que bebe directamente de la más globalizada #MeToo (Yo también), toda una corriente empoderadora que, por encima de individualizaciones hollywoodienses, ha llevado a miles de mujeres a romper el muro de silencio en el que a menudo quedan recluidos casos de abusos y agresiones. También aquellos ataques que a menudo ni siquiera son registrados como tales, enmarcados como están en una normalidad cada vez más combatida, afortunadamente.

De hecho, el contundente mensaje emanado de la gala de los Globos de Oro no es más que eso: un altavoz de lujo para una incansable lucha feminista en auge que gana y libera espacios en los que construir una sociedad mejor.