Con gafas
Contra la corrupción: Puigdemont. Dicen que en la banda de M. Rajoy conviven dos líneas de poder: Soraya y Cospedal. La primera se ha cambiado de gafas para ver si crece su fantasía impugnativa. La segunda anda con los militares y sus ventas de armas, que no es poco. En Valencia, Ricardo Costa confiesa en sede judicial que esa banda llamada partido pagaba sus campañas con dinero B. Un constructor relata de manera pormenorizada cómo funcionaba esa banda con nombre de partido para financiarse. Llega a decir que eran métodos napolitanos, en el sentido de mafiosos. Y nos ilumina, un poco más, sobre el motivo de los aumentos presupuestarios en todas las obras públicas. Se llevaban hasta el treinta por ciento de estos desfases.
Pero a M. Rajoy eso no le importa mucho. Su preocupación auténtica es que el Real Madrid fue apeado de la Copa del cuñado de Urdangarin. Eso sí que es un asunto propio. Sabe que tiene a la virreina en Catalunya, Soraya, su equipo de abogados del Estado, que han anidado en el Estado, y aparece para advertir de que van a utilizar toda su influencia en los tribunales para impedir el funcionamiento normal del Parlament de Catalunya. Con el 155 en vigor, van a hacer todo lo posible para que se eternice. Y van a cursar órdenes de impugnación antes de que se haga nada impugnable. Justicia preventiva: es decir, antidemocrática. Lo suyo. Pero se anuncia porque se intenta camuflar la ola de mierda que le llega ya a los pelos de su barba al jefe de la banda. Según como se mire, parece que el chiringuito empieza a ser desmontado.
Detalle y medio: la jueza que en nombre de España ha entrado en el Tribunal de Derechos Humanos Europeos es homófona declarada. Deberían echarla ya. Y la financiación de los partidos políticos no es para el bien de los ciudadanos, sino de sus dirigentes. Para gafas.