Ahora que tienen nombre las grandes tormentas atlánticas que alcanzan Europa podemos nombrar a Eleanor, que nos visitó a comienzos de enero, como la culpable del cierre del teleférico de Grands Montets por desperfectos en la línea y de que el cable de sujeción de la famosa telecabina panorámica del Mont Blanc, que une la aguja del Midi con la punta Helbronner en Italia, se haya seccionado por dos sitios provocando la caída de dos cabinas al glaciar del Gigante. No pasa nada, que en invierno está cerrado al público este trayecto, pero los técnicos alucinan ante “lo nunca visto” y es que vientos de 250 km/h más el peso de la cresta de 70cm de hielo acumulados en el grueso cable tienen que haber sido un espectáculo (para verlo en el cine). Para cuando salga esta columna estará cerca de su resolución el complicadísimo y aventurado rescate de la francesa Elisabeth Revol y el polaco Tomas Mackiewicz en el Nanga Parbat a más de 6.000m la primera, intentando descender sola y pasando noches a cielo abierto y a unos 7.400 en la tienda el segundo, con mal de altura, semiciego y ambos con congelaciones. Un helicóptero pakistaní parece que ha recogido a cuatro fortísimos escaladores polacos intentando el ascenso invernal al K2 para trasladarlos a la otra montaña en donde intentarán llegar hasta ellos en estilo alpino. Operación extrema y con un punto suicida pero como dice la frase atribuida a Chesterton: “Lo maravillosos de los milagros es que a veces suceden”.