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RUGBY

Eddie Jones y el triplete maldito

El Seis Naciones arranca con Inglaterra aspirando a un hasta ahora imposible tercer título seguido e Irlanda como principal alternativa.


«No canta ni baila, pero no se la pierdan». Así rezaba una crítica del “The New York Times” en 1979 ante la actuación de Lola Flores en el Madison Square Garden. Casi cuarenta años después tomamos la frase prestada para un Seis Naciones que durante las últimas ediciones quizá no enamore por su juego, pero que sin duda mantiene la atracción de su historia, el duende de sus tradiciones, la épica de rivalidades centenarias.

Más de 1.500 personas han opinado en una encuesta realizada en Twitter por el analista de rugby Javier Señarís, @RutgerBlume. De ellas, el 32% da como ganadora a Inglaterra, el 31% a Irlanda y el 22% a Gales. El 15% restante se divide entre Francia, Escocia e Italia.

A sabiendas de que más de uno habrá votado con el corazón –por ejemplo las casas de apuestas reducen bastante las opciones galesas–, sirve para ver por dónde van los tiros.

Inglaterra tiene la posibilidad de ser la primera selección que vence tres veces en solitario de manera consecutiva. Hasta 1996 no se tenía en cuenta el average, solo los puntos por victorias o empates, y el título podía ser compartido. El último campeón tan constante fue Francia –de 1986 a 1989–, dos en solitario y dos compartidas.

Una derrota en 23 partidos

Los de la rosa suman 22 victorias en 23 partidos desde que Eddie Jones se hizo cargo del equipo, tras el fiasco del Mundial de 2015. El técnico australiano acaba de firmar la ampliación de su contrato, hasta 2021. Su única derrota tuvo lugar hace un año en Dublín.

El principal problema es su enfermería, con una larga lista de bajas, algunas de titulares indiscutibles como el tercera Billy Vunipola. Pero tendrán la ventaja de recibir en Twickenham a su principal rival, Irlanda.

Ese partido se disputará en la última jornada, el 17 de marzo, festividad de San Patricio. Una hipotética victoria de los del trébol en casa de su eterno rival y en el día de su patrón hará que se agoten las reservas de alcohol en la isla esmeralda.

Antes de eso Irlanda afrontará un calendario con una única salida, la de este sábado a París. Terceros en el ranking mundial, saldaron con sendas victorias sus choques de noviembre ante Argentina, Fiji y Sudáfrica, a la que endosaron un rotundo 38-3.

Los resultados de sus clubes en competición europea ratifican su buen momento, aunque es una extrapolación que debe realizarse con cautela. El seleccionador Joe Schmidt quita presión. «Los corredores de apuestas rara vez se equivocan», ha manifestado en relación al favoritismo inglés.

Gales y Escocia serán los encargados de levantar el telón, en Cardiff. Ambos podrían dar algún susto a los favoritos. Los dragones tienen bajas muy importantes. Algunos como Jonathan Davies, Rhys Webb o Sam Warburton se perderán todo el torneo, mientras que otros como Liam Williams, Biggar o Faletau podrían incorporarse con el transcurrir de las semanas. Además tienen que viajar a Londres y Dublín.

Pese a los obstáculos, Warren Gatland es optimista, aferrándose a las buenas prestaciones de Scarlets. El equipo de Llanelli se ha metido en cuartos de final de la Champions, algo que no lograba un conjunto galés desde hacía seis temporadas. «Los jugadores llegan con convicción y confianza», ha asegurado el técnico neozelandés.

A toda velocidad

Gregor Towsend vivirá su primer Seis Naciones desde que se hiciera cargo de Escocia en junio del año pasado. Es un equipo muy peligroso si tiene campo para correr, aunque sufre más en las distancias cortas, como un mal desodorante.

En el pasado otoño Nueva Zelanda pasó las de Caín en las tierras del cardo (17-22), mientras que Australia recibió una soberana paliza (53-24). «2017 fue un buen año para nosotros, pero tenemos que hacerlo aún mejor de lo que lo hicimos en noviembre», ha declarado Towsend. La Calcuta Cup, el duelo frente a Inglaterra, se jugará en Murrayfield, y no hace falta explicar lo que supone para los escoceses ganar a sus vecinos del sur.

Francia es una jaula de grillos, por decirlo suavemente. El presidente de la Federación, Bernard Laporte, aprovechó los malos resultados para quitar de en medio a Guy Novès –no son precisamente íntimos amigos– y colocar en su lugar a Jacques Brunel, quien ya dirigió a Italia entre 2011 y 2016.

Nadie espera gran cosa de la enésima revolución “chez les bleus”, los diagnósticos coinciden en que sus problemas son estructurales, no de nombres. Para completar el cuadro, la Policía investiga un posible caso de trato de favor de Laporte hacia Mohed Altrad, magnate de la construcción, dueño del Montpellier y al mismo tiempo patrocinador de la selección.

Cierra el círculo una Italia que parte otra vez con la vitola de Cenicienta. Como cada año, se gastarán litros de tinta escribiendo de ascensos y descensos, de la posible entrada de Georgia… Nihil novum sub sole. Eso sí, al igual que aquella actuación de La Faraona, no se lo pierdan.