Raimundo Fitero
DE REOJO

Los monos

En los canales que se acercan a la naturaleza, que intentan realizar un relato sobre la evolución de los homínidos sobre la faz de la Tierra, siempre encontramos reportajes y documentales sobre los chimpancés, los orangutanes, los monos, en todas sus variaciones que nos despiertan empatía y mimetismos. Parece claro que venimos de ahí. Pero a la vez, en cada noticia de supuesta trascendencia científica en la que se nos anuncia supuestos avances en la medicación sobre enfermedades estelares aparecen las ratas, los ratones y en ocasiones. más complicadas de explicar,  con monos. Se va entendiendo socialmente, aunque con dificultad, que los animales tienen sensibilidad, que reaccionan frente al dolor, que los maltratamos para alimentarnos como especie, que se legisla para su protección, pero otra vez esa barbaridad histórica que es el automóvil, su industria y su desarrollo, acaba de proporcionarnos un escándalo ya que varias marcas alemanas que fabrican los automóviles más lujosos y potentes, han estado investigando sobre los efectos de los contaminantes producidos por la combustión del gasoil utilizando a monos de manera despiadada. Parece que estuvieron tentados en probar con seres humanos. Con cobayas humanas a sueldo, se imagina uno. La desesperación económica al servicio de la industria. Y no soy capaz de seguir argumentando porque me siento un mono con el culo pelado en un zoológico tecnológico. Los automóviles mueven petróleo, grandes dinerales, autopistas, son símbolo de lujos y jerarquía, y unos premios de Fórmula 1 en donde se utilizaban unas docenas de mujeres jóvenes para decorar un mundo macho. Se han suspendido esas exhibiciones impúdicas. Un paso. La abolición de una costumbre machista que no realizan ninguna modalidad de monos. Ni los de Gibraltar.