Imanol INTZIARTE
FÚTBOL AMERICANO

Un zarpazo para cambiar el guion

Philadelphia gana su primera SuperBowl al derrotar a New England en un duelo con sendas defensas de cartón piedra (41-33).

Los deportes de equipo tienen dos fases, ataque y defensa. Cuando esta última no comparece nos encontramos ante el clásico partido de homenaje a Fulanito o un evento recaudatorio para no sabemos qué loable causa. Un «amigos de A» contra «amigos de B» en toda regla. Un All Star de la NBA con ‘chorrocientos’ puntos, asistencias imposibles y volteretas en el aire.

La Super Bowl LII, disputada en la madrugada del domingo al lunes en Minneápolis, tuvo un aire a todo eso. Las opiniones son como los traseros, cada cual tiene el suyo, así que habrá quien piense que 74 puntos en el marcador y el récord de yardas ganadas de toda la historia de la NFL (1.151) bien merecen una oleada de fuegos artificiales en forma de superlativos.

El choque entre Philadelphia Eagles y New England Patriots fue una sucesión de drives donde cada contendiente arrancaba con el balón en su yarda 25 y cruzaba el campo sin excesivos sobresaltos hasta la zona caliente del rival, donde ya dependía de su acierto para sumar tres o seis puntos.

Hubo un solo ‘punt’ –despeje con el pie– en todo el partido. Uno se acordó de ese capítulo de la tercera temporada de ‘Friends’ en la que los seis amigos bajan al parque a jugar. Mónica, Chandler, Phoebe y compañía frenaron más ataques que Eagles y Patriots.

La defensa de estos últimos ya comparecía en la Super Bowl con su foto en un cartel de «Se Busca». Sospechosos habituales en buena parte de la temporada, habían recuperado el crédito en sus últimas actuaciones.

El misterio de Butler

Para más inri, el cornerback Malcom Butler no disputó ni un solo segundo. El héroe de la SuperBowl 2015 gracias a una milagrosa interceptación frente a los Seattle Seahawks y titular indiscutible –bueno, ya no–, apareció llorando en alguna imagen televisiva.

Vestido para jugar pero sin moverse del banquillo, el rumor más extendido es que fue castigado por Bill Belichick por algún tema de indisciplina, si bien el técnico negó este extremo al final del encuentro.

La zaga de Philadelphia fue la cuarta mejor en temporada regular, tanto en puntos como en yardas concedidas. Pero con mucho desequilibrio entre el juego terreste –los mejores frenando la carrera– y el aéreo, donde ocuparon el puesto 17.

Se repitió en la SuperBowl, con Tom Brady superando las 500 yardas de pase (505) y tres receptores por encima de las 100 yardas: Amendola, Hogan y Gronkowski.

El único sack

Hasta que apareció Brandon Graham. El defensive end de 29 años, que ha cumplido su octava temporada en los Eagles, se ganó su hueco en los libros de historia con una jugada en la que tuvo claro que su prioridad era dar un zarpazo al balón –lo recuperó su compañero Derek Barnett–, antes que placar a Brady. Fue el único sack –captura del QB rival– del partido.

Esa jugada hizo saltar en añicos el ya clásico guion en el que New England va por detrás hasta el último cuarto y en ese momento zas, adelanta sin poner el intermitente a la víctima de turno. «Si hay una guerra nuclear solo sobreviven las cucarachas y los Patriots», había apuntado durante la retransmisión el comentarista de Movistar Deportes Andrea Zanoni. Esta vez no.

Cenicienta sin calabaza

No podemos cerrar sin referirnos al cuento de la Cenicienta protagonizado por Nick Foles. Elegido por los Eagles en tercera ronda del draft de 2012, se fue a buscar pastos más verdes tres años más tarde. No cuajó en los Rams y jugó aún menos en Kansas, antes de regresar con un rol muy claro, suplente de la emergente estrella Carson Wentz.

La lesión de este le abrió las puertas de la titularidad cuando restaban dos partidos para terminar la fase regular. Nadie daba un centavo por él, pero ha superado todas las expectativas, jugando de tal forma que ha sido elegido MVP de la SuperBowl. Ahora la incógnita reside en conocer su futuro. ¿Seguirá como suplente de Wentz o volverá a buscar su lugar lejos de Philadelphia?