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LA AMABILIZACIÓN DE IRUñEA SOLO ES LA PUNTA DEL ICEBERG DEL PMUS

El Plan de Movilidad Urbana Sostenible, que ahora está en fase de consultas, propone dar un giro copernicano a la idea de la movilidad en Iruñerria. La «amabilización» de Alde Zaharra no es sino una pequeña pieza de un puzzle mucho más complejo.


Recientemente, Alde Zaharra de Iruñea ha vivido una amarga polémica calor de los cambios de tráfico conocidos como la «amabilización». Comercios descontentos con las restricciones del uso del vehículo particular se lanzaron a una campaña mal pensada que ha acabado, dividiéndolos entre sí, distanciándolos de los vecinos del barrio, lanzando el mensaje falso de que llegar al centro es más complicado y provocando un lamentable episodio de amenazas anónimas. Todo ello, bajo la premisa de que los cambios del tráfico en Iruñea son reversibles, cosa que es falsa en tanto que la «amabilización» forma parte de algo mucho más ambicioso: el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS).

El PMUS se trabaja en el ámbito de la Mancomunidad de Iruñerria y participan en él 18 ayuntamientos, también los gobernados por UPN, como Zizur Txikia. La filosofía subyacente al plan pasa por que el coche particular vaya dejando espacio al transporte público, al peatón y a la movilidad sostenible. En toda Europa se camina en la misma dirección. El fenómeno tiene algo de parentesco con lo que ocurrió con la ley del tabaco en los bares. Es decir, no es tanto un debate sobre cuántos quieren fumar dentro cuántos no, sino que se trata de garantizar el derecho del peatón y la bici y de redistribuir el privilegio de circular por la calzada.

Antes de comenzar esta andadura, Iruñerria parte desde uno de los vagones de cola del Estado. En la capital navarra el uso del vehículo privado para los desplazamientos es del 42%, frente al 45% que se realizan a pie o en bici y el 13% que lo hacen en transporte público. En ciudades del entorno como Gasteiz, Logroño o Donostia el índice del uso del vehículo particular ronda el 30% y precisamente esta es la cifra que los diseñadores del PMUS se han fijado como objetivo.

El PMUS se encuentra ahora mismo en fase de consultas y de participación ciudadana, periodo que se extenderá hasta el verano. Una vez aprobado, el plan tiene ocho años para ejecutarse. Atendiendo a todos los cambios que se quieren introducir en el continuum urbano de Iruñerria, no es un plazo demasiado amplio. Más bien, la agenda estará bastante apretada. El referente más cercano es Gasteiz pero, en realidad, se anhela lo conseguido en Pontevedra, donde el 70% de los conductores prefiere ahora salir de casa caminando o pedaleando.

Nuevas realidades para Iruñerria

La irrupción del PMUS traerá aparejados nuevos conceptos y algunos de ellos ya empiezan a intuirse. Por ejemplo, los autobuses urbanos (villavesas) tendrán carriles y semáforos específicos y harán las veces de tranvía. El plan prevé que las villavesas formen un anillo en el centro de la ciudad (actuales líneas 4 y 7) abriéndose paso por ese carril propio. También se modificaran las paradas en toda la ciudad para agilizar la subida y bajada de pasajeros por ambos lados del autobús. La idea pasa por mejorar la rapidez y, en consecuencia, ganar competitividad frente al vehículo privado. Otras líneas conectarán con este anillo desde diferentes puntos estratégicos de la ciudad, como la nueva red de parking disuasorios.

El PMUS ha analizado los flujos de tráfico, señalando los principales accesos a la urbe desde otras localidades. Después se han esbozado los puntos más favorables para ubicar esos parkings, en los que se prevé invertir 80,6 millones. En estos aparcamientos, el coche estará vigilado y el coste de dejar ahí el vehículo reducirá el precio de un autobús para acercarse al destino final. También se prevé emplear tecnologías para informar de disponibilidad de plazas, servicios de autobús, tiempo hasta el centro, etc. La estrategia baraja que estos parkings puedan ser de varios pisos, edificando sobre el suelo.

Quizás el elemento más rompedor de cuantos se manejan en el plan sea el de las llamadas «células urbanas». Sería algo así como ir peatonalizando grandes manzanas de la ciudad, a las que solo podrán acceder con el coche los residentes, los vehículos de seguridad, emergencia y limpieza. Estas células no serán una anécdota. Los documentos sobre los cuales ahora se debate prevén una llegada generalizada de estas células urbanas en la fase final del plan. De este modo, el coche será desplazado a las calles que circundan las células, que se denominan en el PMUS como «espacios intersticiales».

Los cambios que trae este plan en favor de la movilidad sostenible son tan drásticos, que su avance será con método de ensayo-error. Así es como se trabaja en otras ciudades que implementan modelos similares por todo el mundo, incluidas Barcelona y Madrid. De ahí que, en un primer momento, los primeros cambios de tráfico en Iruñea con esta filosofía tengan un aire provisional y no se haya empezado de inmediato a sustituir la brea por baldosas y adoquines. Tras un periodo de prueba, si el cambio funciona, se consolida transformando la calle.

Pronto habrá que acostumbrarse en Iruñea a que toparse con enormes maceteros cruzados en las calles como preludio de una peatonalización. En la «amabilización», el Ayuntamiento se dio un periodo seis meses para estudiar y subsanar errores o cambios que no hayan dado resultado. Pronto se prevé que anuncie modificaciones menores, pero eso no significa en que se den pasos atrás. Porque lo que está en juego es mucho más profundo, otro modelo de ciudad.