Floren Aoiz
@elomendia
JO PUNTUA

Muchas lecciones de este 8 de marzo, en femenino plural

En 2017, el centenario de la revolución soviética alentó interesantes reflexiones sobre las vías de la transformación social en nuestros tiempos. Hubo de todo, desde la nostalgia esencialista hasta la crítica radical del concepto de revolución, pero pese a la general debilidad estratégica frente al capitalismo neoliberal, fue una ocasión para interrogarse acerca de las nuevas formas de protesta y construcción de un mundo diferente. Este 8 de marzo de 2018 ha puesto sobre la mesa la potencia de activación social y movilización del feminismo, que ha sido capaz de marcar agenda y desbordar las calles tanto en nuestro país como en otras muchas partes del mundo. Creo que quienes anhelamos construir una civilización diferente hemos recibido lecciones a estudiar muy en serio.

Especialmente los hombres, porque nos interpelan acerca de nuestro papel en un entramado patriarcal del que somos parte y de cuyos privilegios nos beneficiamos, por mucho que nos cueste aceptarlo. Estamos llamados a enfrentarnos con nuestras contradicciones y combatir esos privilegios sin pretender colocarnos medalla alguna por ello: vamos tarde, muy tarde, y lentos, muy lentos. Y debemos prestar atención a estas lecciones también aprendiendo a respetar y apoyar el protagonismo de las mujeres en esta lucha por la igualdad, asumiendo que hay formas de complicidad que exigen colocarse en un segundo plano.

Pero también son lecciones muy productivas para el conjunto de la sociedad y especialmente para la izquierda independentista-soberanista. Ahora no se trata de una discusión teórica al calor de no sé qué aniversario, sino de un desbordamiento ideológico, social y político en tiempo real del que hay que tomar nota. Muchas cosas deben cambiar alentadas por este despliegue de fuerza social, también en los movimientos emancipatorios. Y es que las brujas quemadas en la hoguera han vuelto y son millones.