La victoria sin mayoría lograda en las urnas por el derechista Partido Demócrata Esloveno (SDS), con su mensaje antiinmigración y eurocrítico, abre una difícil negociación para formar Gobierno en Eslovenia, ante el veto de la mayoría de fuerzas, que lo consideran «populismo de derechas».

El propio presidente, Borut Pahor, reconoció que hará falta «mucha paciencia y sabiduría» y anunció que encargará dicha tarea a Janez Jansa, líder de SDS y ex primer ministro, y que solo buscará un alternativa si este no logra formar Gobierno, lo que parece bastante probable.

El SDS fue el partido más votado el domingo, con el 25% de los apoyos, un porcentaje que le otorga solo 25 de los 90 escaños en el Parlamento de Liubliana.

Diplomado de estudios militares, Jansa, con quien no han logrado acabar ni la cárcel –condenado por corrupción–, ni los escándalos, ni las derrotas electorales, deberá utilizar toda su experiencia para intentar reunir una mayoría que le permita formar su tercer Gobierno en menos de 15 años, dado que su personalidad, más dada a la con- frontación que a la conciliación, divide las opiniones en la escena política aunque goza de una base electoral garantizada.

Para su enésimo retorno, se acercó al líder húngaro Viktor Orban, y siguiendo su modelo endureció su discurso, antes considerado de centroderecha.

Según los politólogos, este giro viniendo de un político ya de por sí controvertido –un expresidente le calificó de «príncipe de las tinieblas»– no facilitará la formación de una coalición, ya que casi la totalidad del resto de partidos excluyen aliarse con él.

Podría contar con el respaldo de los siete diputados del derechista Nueva Eslovenia (NSi) y los cuatro del ultraderechista Partido Nacional Esloveno (SNS), lo que todavía le situaría muy lejos de una mayoría.

Ante esta situación, el líder de la segunda fuerza más votada, la centrista Lista de Marjan Sarec (LMS), que obtuvo el 13%, se ha ofrecido como alternativa.