Patxi IRURZUN
IRUÑEA
Entrevista
JAVIER SERENA
ESCRITOR

«Me interesaba la vida de Bolaño porque creo que es el viaje del héroe»

En «Últimas palabras en la tierra», el iruindarra Javier Serena recrea la vida de Roberto Bolaño a través de Ricardo Funes, un personaje, trasunto del escritor argentino, en una historia que completa el periplo de un héroe literario. «He escrito con completa libertad una novela, una ficción; he creado una historia, intercambiando elementos. Todo lo que hay dentro de ese cuerpo es invención mía».

Como ya hiciera en su anterior novela, “Atila”, en la que novelaba la vida de otro escritor, en este caso el hermético y misterioso Aliocha Coll, Javier Serena (Iruñea, 1982) utiliza el esqueleto de la peripecia vital y literaria de Bolaño para encarnar con su fantasía la historia de Ricardo Funes, el personaje de “Últimas palabras en la tierra”, publicada por la editorial Gadir. Funes/Bolaño es un sacerdote de la literatura, a la que se entrega sin concesiones, sufriendo todo tipo de precariedades, ninguneos y padecimientos, para conseguir finalmente un éxito universal, al que, sin embargo, empaña la amargura de la enfermedad y la muerte que acecha. Serena narra este viaje del héroe, con una prosa y una sintaxis pulcras y brillantes, que lo convierten en un autor con un futuro prometedor y, a la vez, una trayectoria ya a tener en cuenta.

Su anterior novela, «Atila», también recreaba la vida de otro escritor, Aliocha Coll, de vida azarosa, con una vocación literaria sin concesiones… ¿Por qué se siente atraído por estos autores?

La verdad es que no responde a un plan preconcebido, quizás mi imaginación trabaja en torno a autores que me gustan, y de los que me interesan mucho sus vidas. En el caso de Ricardo Funes está inspirado en un autor real –cualquiera que lo lea se dará cuenta de que es Roberto Bolaño– del que a partir de los elementos reales de su vida, he escrito con completa libertad una novela, una ficción; es decir, he creado una historia, intercambiando elementos y haciendo que, por así decirlo, el trayecto principal de su vida fuera el mismo, el esqueleto de la novela, y las escenas, todo lo que hay dentro de ese cuerpo sea invención mía. De la vida de Bolaño me interesaba sobre todo que completa el trayecto del héroe. En su vida hay tres fases: en un primer momento, siendo muy joven, quería ser un escritor visceral, revolucionario, subversivo, y triunfar mundialmente. Parte al exilio, a México, después a España, y durante años lleva una vida nómada y bohemia, es vendedor ambulante, trabaja en bares, en un camping; después, durante otros diez años vive prácticamente de su mujer, en un pueblo de la costa catalana; y por último, cuando triunfa en la literatura, es siete años antes de morir, y ese triunfo es completo, mundial. Me parece que es el viaje del héroe: hay una salida a la aventura muy atrevida y entusiasta, una penalidad muy larga y un encuentro con su sueño y su propósito inicial, ese triunfo en la literatura, que le completa, aunque en su caso, es un triunfo amargo, porque cuando eso sucede ya sabe que está enfermo y va a morir.

El personaje de su novela, Ricardo Funes, se instala en Lloret de Mar, un paisaje no muy literario…

Bolaño era un hombre con una ambición y un talento tremendos, al que se le negó el reconocimiento durante mucho tiempo. Durante buena parte de su vida vivió en Blanes, escribiendo en un sótano, algo que me parece muy representativo. Blanes es un pueblo costero (en mi novela es Lloret de Mar, por esos intercambios de los que he hablado antes que me han permitido tomarme las libertades oportunas), un lugar desangelado, en ciertos momentos, y no es el lugar en el que cabría imaginarse a un escritor, ni probablemente el que él había imaginado para sí mismo, cuando era joven. Un pueblo vacío en invierno, lleno de turistas en verano, sin un entorno literario, donde vivió sin ningún reconocimiento que lo avalara… A la vez creo que todo eso le dio mucha fuerza, cuando empezó a publicar en Anagrama, en cinco o seis años, él, un hombre que estaba muy enfermo, fue capaz de escribir una obra que seguramente es una de las más importantes de su generación.

Como sucedió con Aliocha Coll, Ricardo Funes es una especie de sacerdote de la literatura, alguien entregado por completo a ella, pero a la vez, en el libro, se lamenta de todo lo que dejado de hacer o de vivir por ella…

Sí, tiene esa contradicción muy marcada. Ricardo Funes comparte con Aliocha Coll, el protagonista de mi anterior novela, ese romanticismo ante la vida, en el que su vocación literaria es lo principal, lo único casi, y no admiten ninguna concesión. Esto además pasa durante mucho tiempo, no se trata de algo que sucede solo durante una fase juvenil. Los dos tienen una visión muy íntegra de la literatura, de la que son sacerdotes, y por eso son ejemplares, porque en un mundo tan pragmático, ellos se lanzan sin red a esa carrera literaria. Se diferencian en que Bolaño tuvo finalmente mucho éxito, pero en su caso tiene esa contradicción de ser un hombre en espíritu muy vitalista pero en la práctica sedentario, consumido por el trabajo y la escritura, una contradicción sobre la que él hablaba mucho. A mí me llamaba mucho la atención imaginármelo en Blanes solo, sin haber publicado, escribiendo libros sobre escritores jóvenes, atrevidos, con una vida plena, mientras él era un hombre encerrado. Y creo que sufrió mucho por esa paradoja.

La novela se estructura desde tres planos, tres voces diferentes. ¿Con cuál se ha sentido más cómodo?

Sí, el primero de esos planos es el de un escritor muy diferente a él, conocido, de Barcelona, que publica en “La Vanguardia”, con un éxito paulatino y constante, que puede identificarse con muchos escritores, podría recordar en parte a Vilamatas…

Yo pensaba en Cercas

Sí, a él también lo conoció de joven aunque luego tuvo menos trato, pero podría ser cualquiera de los dos, un escritor en todo caso con un éxito más o menos continuado, que aporta la mirada del otro escritor que pudo haber sido; luego está la mirada de su mujer, que nos da la mirada más íntima, la de la mujer a la que Funes conquista y le ofrece la promesa de una vida brillante, divertida, llena de imaginación, y que no se da, sino que acaba convirtiéndose en un hombre que vive de ella, que sufre, y que incluso en algún momento ve tambalearse sus convicciones; y luego habla él, desde la muerte, retomando su vida y sus sensaciones. Yo creo que todo el libro se encamina a esa voz, y va completando muchos misterios en torno a él, porque Bolaño es un hombre con muchos misterios: de qué vivió de joven, a qué se dedicaba, cómo era en realidad… Es la primera vez que escribo algo así, a tres voces, pero yo creo que en el libro eso le daba varias dimensiones al personaje.

¿Volverá a escribir sobre escritores?

La verdad es que la idea de este libro se me cruzó cuando estaba trabajando en otro, yo no tenía en mi cabeza escribir otro libro sobre escritores y mucho menos sobre Bolaño, pero me di cuenta de que tenía construida en mi mente una especie de fábula sobre él y enseguida tuve la sensación de que la historia iba a funcionar. No sé, hay algo azaroso en lo que escribes, a veces tu imaginación está trabajando hacia algo que no te esperas. Y es cierto que mis dos últimos libros son libros de escritores, pero a la vez, aunque suene redundante, son también personas. Me interesan los escritores en su parte más humana, al menos estos dos, y yo los convierto en personajes como podía convertir a otras personas con otras profesiones, pero en mi caso es así por mis inclinaciones literarias, la admiración que siento por ellos, con lo cual la fantasía y la imaginación es lógico que salgan por ese lado. Pero, como digo, no es nada premeditado y, de hecho, ahora estoy trabajando en otras cosas, que no son sobre escritores, aunque nunca sé hasta que no acabo un libro si va a funcionar o puede ser publicado.