24 JUN. 2018 Entrevista ROBIN MCALPINE DIRECTOR DE COMMON WEAL «Hacer un referéndum no divide la sociedad, es ejercer la democracia» Robin McAlpine es uno de los analistas más prolíficos y una voz autorizada en el movimiento independentista escocés, una referencia para saber cómo respira esa nación aceptada como tal que asume con naturalidad que se consulte sobre su futuro. Iker BIZKARGUENAGA BILBO Robin McAlpine es director del think tank Common Weal y una de las personas con mayor influencia en los espacios de debate del independentismo escocés. Es también un conversador excelente. Invitado como ponente en las jornadas “Euskal Estatuaren bidean” de EH Bildu, quedamos con él durante un receso y nos acompaña junto a su taza de café, único testigo de una entrevista muy grata e interesante. Comenzamos con una efeméride, el 20 aniversario de la Scotland Act de 1998, que devolvió a esa nación su Parlamento, su Ejecutivo y parte de sus competencias, en un proceso de descentralización que afectó también a Gales y, con matices, al territorio irlandés bajo dominio británico. Preguntamos a McAlpine si en el epílogo del siglo XX imaginaban que dieciséis años después celebrarían un referéndum sobre su independencia. Responde con un suspiro y una constatación: «Quince años en política es una eternidad; es difícil predecir qué puede pasar dentro de cinco o diez años... La opinión estaba dividida; había quien creía que aquello era suficiente, y había otra gente, entre la que me incluyo, que pensaba que cuando tienes poder y es efectivo, hay que profundizar en él. Y que debía producirse un proceso desde la Devolution Act hacia la independencia». Admite que «entonces nadie podía asegurar qué iba a pasar, igual que nadie sabía qué iba a ocurrir en la campaña del referéndum. Pero no fue una sorpresa». Entramos entonces en harina y nos centramos en el referéndum de 2014, donde el «no» ganó al «sí» tras una campaña intensa donde algunas encuestas llegaron a pronosticar una victoria independentista. «Se produjo una lucha entre el deseo de cambio –propiciado por varios factores, como el rechazo a la política Tory– y el miedo a ese cambio», alentado con todo tipo de mensajes alarmistas. McAlpine señana que el porcentaje de gente que votó «no» por una cuestión de adhesión al proyecto británico, «que ama a su Ejército y todo eso», fue pequeño, «entre el 15 y el 20%», pero añade que «hubo gente que no estaba segura de lo que podría pasar en caso de independencia. Y cuando se dijo que los bancos se marcharían, que en los supermercados no habría comida… se alentó el temor en esa gente». Las amenazas del sector financiero, de gran importancia en Escocia, el asunto de la moneda, con el Banco de Inglaterra usando la libra esterlina como arma y con la Eurozona en crisis, fueron algunos asuntos que se trararon entonces. Y aun así, el «sí» avanzaba. Por ello, en la recta final los tres principales partidos británicos hicieron frente común con el ex primer ministro laborista Gordon Brown como primer espada. «Y sí, el stablishment ganó, pero tuvo mucho miedo», recuerda McAlpine. Factores sociales y económicos En todo caso, hubo diferentes variables que afectaron a los resultados, como la geográfica –el «no» fue predominante en la frontera con Inglaterra–, el de género –las mujeres votaron más en contra y los hombres a favor– y de edad, con jóvenes independentistas y los mayores de 65, contrarios. De hecho, fue decisivo el voto de este sector, muy mayoritario por el «no». ¿Por qué? El analista apunta que «es una evidencia que cuanto mayores somos, posiblemente porque nos sentimos más vulnerables, nos volvemos más inseguros», y explica que «hubo factores importantes, como el sistema de salud o las pensiones», que fueron determinantes. Así, ve necesario dar seguridad a ese colectivo de que la independencia no va a perjudicarle. El factor socioeconómico, claro, es también importante. Le preguntamos si el independentismo debe incluir en su agenda aspectos como la igualdad social, la lucha contra la pobreza... Responde afirmativamente, y explica que «no hay mucha gente que votara ‘sí’ que no se vea a sí misma con una posición progresista socialmente». Pero agrega que «siendo honestos, no hay mucha gente en Escocia, quizá un 20-25%, que vote centro-derecha o derecha. El resto del voto político es de centro, de centro-izquierda o izquierda. Por tanto, si la mayoría en Escocia es de centro, centro-izquierda e izquierda, evidentemente una mayoría favorable a la independencia debe ser de centro, centro-izquierda e izquierda, es una cuestión de números». «Mi punto de vista –detalla– es que en Escocia no podemos construir una mayoría sin apelar a la izquierda; eso no quiere decir que el independentismo escocés deba asumir el Manifiesto Comunista, no es eso, pero si no incluyes a la izquierda, no es posible ganar la independencia. En definitiva, es imposible ganar la independencia de Escocia con una agenda de centro-derecha». Durante la conversación recordamos la posición de la Unión Europea y el papel del entonces presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso –McAlpine afila sus palabras cuando se refiere a él–, advirtiendo de que Escocia quedaría fuera si se independizara. Ahora es el Brexit el que los va a expulsar, aun cuando los escoceses votaron por seguir en la UE. Sobre este asunto, tras denunciar las injerencias externas tratando de condicionar su voto, confiesa que Europa tampoco es un asunto que ocupe mucho a los escoceses. «La mayoría votó en contra del Brexit, sí, pero mucha gente no se siente nada cómoda con lo ocurrido con Grecia, está enfadada y descontenta con el modo en que la UE actuó en la campaña escocesa, y tampoco le agrada lo ocurrido con Catalunya». «Creo que la UE no ha sido inteligente», y su imagen se ha deteriorado. A su juicio, «no deberíamos formar parte de esta UE» sino tener otro estatus, «como Noruega», con libertad de movimiento, «pero manteniendo el control de nuestras políticas sin depender de lo que diga Alemania». Volviendo a la consulta sobre el Brexit, valora que «nuestra elección no era nada fácil: entre Gran Bretaña y la corrupta Europa, la balanza se inclinó por la Europa corrupta». ¿Dividen las consultas? Habla con naturalidad del referéndum de 2014. Por ello, cuando se le cuestiona sobre quienes dicen que una consulta divide y fractura una sociedad y se le pregunta si en Escocia hubo algo de eso, responde con ironía. «Sí, aquello fue terrible». Ya en serio, destaca que «en tres años de campaña, de gran nivel y con una profunda confrontación ideológica, no hubo ni un caso de violencia o de criminalidad». Se pregunta «por qué no piensan que la sociedad se divide cada vez que se convocan elecciones», y concluye: «En el mundo moderno, en un universo democrático, hay muchas cuestiones a las que toca responder, y a algunas de ellas hay que responder con un ‘sí’ o un ‘no’». «Escocia es un país capaz de lidiar con asuntos políticos que concitan diferentes opiniones. Nadie puso en duda ni discutió el resultado del referéndum; nosotros perdimos, queremos volver a intentarlo y volveríamos a aceptar una nueva derrota. No hubo ninguna ruptura. Divide más el fútbol, el ambiente en torno al referéndum fue más amistoso». Una hora larga de entrevista da para mucho: para hablar de Jeremy Corbyn –no cree posible un “efecto Corbyn” en Escocia–, de la OTAN –su base naval más importante del norte de Europa está en Escocia– y de futuro, de ese nuevo referéndum al que alude constantemente. «Cuando una ventana se cierra otra se abre, eso es política», señala, destacando que hay que aprovechar esos momentos. McAlpine opina que hay masa crítica para celebrar otro referendo y ganarlo. Apunta una fecha, 2021, y cree que para entonces el independentismo debe ser capaz de llegar en una posición de fuerza. ¿Y estará Londres por la labor, tras el susto de 2014? «No», responde, para opinar que con un apoyo mayoritario –del 55%, por ejemplo– «debemos plantarnos ante Westminster y decirles: ‘miren, una mayoría de escoceses quiere la independencia y quiere otro referéndum, y si no nos admiten la capacidad de decisión se generará una crisis democrática de gran calado’. Y en ese punto pueden ocurrir muchas cosas». Tampoco descarta utilizar los comicios de 2021 para avanzar en un camino que ningún escocés teme recorrer. Porque una democracia es eso. Declaraciones «En 2014 azuzaron el temor de la gente que tenía dudas sobre los efectos de la independencia. Al final el ‘stablishment’ ganó, pero pasó mucho miedo» «En Escocia, si no incluyes a la izquierda no se puede construir una mayoría, es imposible alcanzar la independencia con agenda de centro-derecha» «Nadie puso en duda el resultado del referéndum; nosotros perdimos, queremos volver a intentarlo y volveríamos a aceptar otra derrota. No hubo ruptura alguna»