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JO PUNTUA

Ojo al desalojo


Tras 40 años de franquismo y otros 40 de alternancia UPN-PSN llegó el cambio político a Nafarroa. 80 años, que se dice pronto. Cuánta gente nació, luchó y murió sin conocer otra cosa, soñando no ya con la revolución que parecía tan cercana en los años 70, sino tan solo con conseguir un punto de partida. Y lo conseguimos.

Por precario que haya demostrado ser, el cambio político creó condiciones favorables para que, entre otras muchas cosas, los gaztetxes empezaran a florecer. Y florecen, pero con dificultades. El Gobierno de Navarra ha solicitado medidas cautelares para el desalojo del gaztetxe Maravillas. El desalojo parece inminente, y la asamblea del gaztetxe ha decidido organizar la resistencia. Así lo comunicó el viernes en asamblea abierta y ayer en rueda de prensa.

Un análisis de la situación me lleva a concluir que los futuros posibles del gaztetxe son dos: la solución acordada y el desalojo.

Recordemos la quincena larga de desalojos de la década pasada y su resultado: la desaparición de los gaztetxes de Iruñerria tras una resistencia épica pero estéril, y las graves consecuencias represivas y políticas para el movimiento juvenil. La acumulación de fracasos, más de un centenar de detenciones, los heridos en las cargas policiales, juicios, multas, 10 años largos sin gaztetxes, la dispersión y el debilitamiento del movimiento juvenil y el encarcelamiento de un joven. Aquellas experiencias me llevan a descartar una resistencia exitosa: el desalojo tendrá lugar y sus consecuencias pueden ser desastrosas a nivel represivo (la ley es más dura que hace 10-15 años), y a nivel político para toda la izquierda de Iruñea.

La única opción con posibilidades de éxito para aquellos que defendemos la existencia de los gaztetxes es hacer frente a la amenaza de desalojo y apostar por una solución acordada.

Y mirando un poco más lejos, entre los futuros escenarios institucionales posibles posteriores a las elecciones de mayo, solo uno ofrece condiciones más o menos favorables a la existencia de espacios autogestionados. Los otros dos escenarios son altamente desfavorables. Los gaztetxes solo tendrán futuro con un cambio de izquierdas.