Raimundo Fitero
DE REOJO

Las pistolas

Catalunya se ha convertido en territorio de experimentación ultra. Las imágenes de los Mossos, embadurnados de pinturas de colores defendiendo a los manifestantes de otros cuerpos de inseguridad ciudadana, Policía Nacional y Guardia Civil, es decir los piolines del “a por ellos”, forma parte de un diseño dramatúrgico que tiene que ver con la agitación callejera de la estrategia de la tensión más genuina de las fuerzas de extrema derecha más reconocibles. Hoy es el aniversario de aquellas infamantes escenas de invasión de policías sobrexcitados y animados por un equipo del ministerio de Zoido que provenía, no de las cloacas, sino de los pozos sépticos de la infamia policial más corrupta por totalitaria y con antecedentes golpistas, pero no de los imaginarios que el discurso de los jueces halcones afiliados a la parte antidemocrática de la cadena de mando suprema que intentan consolidar en sus considerandos para hacer el ridículo europeo de manera contumaz, sino de los de verdad, de los de pistola en mano en sede parlamentaria.

Esto de las pistolas puede parecer una fórmula retórica, un soporte o truco seudo literario, pero Inda, sí, Inda, ese Inda al que espero escuchar en la fonoteca de Villarejo o de cualquier otro de los habitantes de ese pozo donde nace, crece y se desarrolla Inda, dice sin que nadie le señale con el dedo, que los policías de Barcelona, ante la manifestación de los que les decían que se fueran a sus cuarteles, deberían haber usado las pistolas. Manifestantes de paisano con pistola, es decir lo que buscan, lo ideal, lo que Zipi y Zape desearían para iniciar desde ahí su reconquista franquista para que los españoles sean más españoles.

Me pregunto con cierta retranca, ¿cuántas pistolas tendrán Villarejo y sus compinches de orujo y karaoke policial? Y el juez prevaricador en medio de todo.