02 DIC. 2018 PROPUESTA DEL MODELO DE INMERSIÓN LINGüÍSTICA ESCUELA CATALANA: EXAMEN A LA INMERSIÓN Un sector importante de la comunidad educativa cuestiona la reforma lingüística que propone el Gobierno catalán en las aulas. Mientras el Ejecutivo habla de adaptar el modelo actual al multilingüismo, expertos y sindicatos alertan de que la inmersión del catalán está lejos de ser una realidad cuarenta años después. Àlex Romaguera Ha pasado un mes de la presentación del documento “El modelo lingüístico del sistema educativo de Catalunya” y las reacciones se acumulan en espiral. El tema escuece, pues la lengua se vive en Catalunya como la espina dorsal sobre la que aguanta una identidad históricamente amenazada, pero el debate ha superado todas las expectativas por su profundidad. Como era de esperar, la propuesta del Departamento de Educación de la Generalitat ha salpicado de lleno el proceso soberanista, obligando a todos los actores a analizar si servirá para preservar el catalán o, por el contrario, lo diluirá como eje de cohesión de una eventual República catalana. Después de varias lecturas, las sensaciones son muy dispares según quién lo interprete. Aunque el documento, presentado el 23 de octubre por el consejero de Educación, Josep Bargalló, reafirma el catalán como lengua vehicular en la escuela, la intención de «actualizar» el sistema educativo abre un canal de dudas. En primer lugar, porque apunta hacia «un modelo lingüístico plurilingüe que garantice una buena formación de catalán, castellano e inglés y dé cabida a otros idiomas». Pero sobre todo por su atrevimiento de incluir, por primera vez desde la Ley de Normalización de 1983, la necesidad de hacer más castellano en entornos catalanohablantes. El hecho de plantear «bloques de contenidos curriculares en castellano y actividades para potenciar la expresión oral de los alumnos» ha generado todo tipo de alarmas. De igual modo que, entre sociolingüistas y colectivos de la enseñanza, no ha sentado nada bien que se hable de un incremento del inglés para llegar a un esquema de trilingüismo. Con esta fórmula, el PP perpetró su ofensiva contra el catalán en Les Illes Balears mediante el Decret Bauzá de 2013 y ahora, junto a Ciudadanos, hace lo mismo para que la variante valenciana sea relegada a la mínima expresión en el País Valencià. Un idioma a la intemperie Para atajar dudas, el Ejecutivo se ha apresurado a decir que la intención no es ampliar el horario de castellano –ahora se hacen dos horas semanales en Primaria, tres en la ESO y dos en Bachillerato–, sino «que los centros de entornos catalanohablantes refuercen el castellano para los alumnos que tengan un nivel bajo». Según el documento, esto ayudará a mejorar la política lingüística y no tiene por qué ser un riesgo, sino una oportunidad. Otras voces, en cambio, creen que dejar a los centros la potestad de modular la presencia del castellano equivale a desproteger el catalán. «Cuanta más decisión haya en el despacho de dirección, más permeable será la escuela a las presiones externas», comenta el filólogo y profesor Jordi Badia. A su juicio, podemos encontrarnos un equipo directivo que piense que, para que los alumnos extranjeros puedan integrarse fácilmente en el barrio, les será más útil el castellano que el catalán. También para el sindicato USTEC-STEs, mayoritario en la enseñanza, algunos institutos se pueden ver forzados a rebajar los planteamientos de la inmersión cuando un Ayuntamiento como el de Badalona, donde el exalcalde Xavier García Albiol (PP) controla los tiempos desde la sombra, se manifieste hostil a la lengua propia. Por su lado, Carme Junyent, directora del Grupo de Estudios de Lenguas Amenazadas, asegura que «en muchas escuelas e institutos ya se imparte en castellano, de manera que poner en manos de los centros la línea lingüística tiende a perjudicar el idioma subordinado o socialmente más débil, como es el catalán». La Plataforma per la Llengua, siempre vigilante, ha mostrado igualmente su «inquietud» por este aspecto. Diversidad vs. mercado La otra controversia gira en torno al incremento de lenguas en el currículum escolar. En la perspectiva de adaptarse a la nueva realidad social, donde conviven varios idiomas, la Generalitat ya habla de impartir ciencias (“science”) o matemáticas (“maths”) en inglés o hacer clases de historia en catalán pero leyendo textos en castellano. Para Educación, esta forma «transversal» de aprender, a la cual el alumnado se tiene que acostumbrar, marcará el rumbo a partir de ahora. Así lo subscriben la asociación de maestros Rosa Sensat, los sindicatos UGT y CCOO o el PSC, que en un primer análisis ha aplaudido la apuesta del Departamento de «abrazar el multiculturalismo en un contexto que difiere mucho de los años 80». Frente a esta opinión, varios lingüistas recuerdan que la inclusión del inglés como lengua vehicular puede reducir el catalán a una tercera parte de las horas lectivas y perjudicar el aprendizaje. De hecho, alumnos de Primaria o Secundaria que han estudiado materias troncales en inglés han obtenido peor resultado, ya que el esfuerzo para descodificar la información es superior a la capacidad de procesarla. Así se detectó en la Comunidad de Madrid hace diez años. A estas reservas se añade la acusación al Gobierno catalán de actuar al dictado de las instituciones europeas y la OCDE, buscando simplificar contenidos y tener alumnos que respondan a las necesidades del mercado. Prueba de esto sería la propuesta de incluir, como lenguas extranjeras, el árabe o el chino, para así satisfacer a la cantidad de alumnos catalanes que las tienen en el ámbito familiar. Mientras que el Centre UNESCO cree que esta opción «permitirá evitar la homogeneización y ampliará la estima hacia las lenguas», Badia y otros lingüistas acusan a la Generalitat de ignorar que la mayoría de los 200.000 marroquíes catalanes tienen el amazigh como idioma materno o que, entre los chinos que viven en Catalunya, gran parte habla una variante del shanghainés muy alejada del mandarín, la forma oficial que contempla el plan del Ejecutivo. Una opinión compartida por la CUP y Docents per la República, que también recriminan a la Generalitat «apostar por lenguas de proyección internacional en detrimento de aquellas propias de comunidades nacionales o minorizadas, como el romaní o el occitano». Bargalló ha querido salir al paso afirmando que el texto solo fija cuatro ejes de futuro con el ánimo de «hacer flexible la inmersión». Pero la Plataforma per la Llengua mantiene sus reticencias, la CUP insiste en sus críticas y la USTEC-STEs propone a la Administración «empezar de cero» para consensuar el modelo con toda la comunidad educativa. El debate no ha hecho más que empezar pero, hablando de la lengua, la polémica está servida. Una lengua con mala salud de hierro El documento de la Generalitat abre el campo para explorar cambios metodológicos. Y en esta necesidad coinciden todas las voces. Pero pese a esto, se escuchan palabras gruesas como «cesión al PP y Ciudadanos», en referencia al asedio que estos partidos hacen a la escuela bajo el mantra del adoctrinamiento, o «interés electoral», en alusión al inconfesable deseo de contentar a los castellanohablantes a las puertas de las elecciones municipales, cuando los informes PISA indican que el nivel de castellano de los estudiantes catalanes está en la franja alta en comparación con el resto del Estado. Más allá de esta reflexión, las críticas se centran en un aspecto nuclear: aunque el modelo de inmersión es una referencia en Europa y tiene el apoyo unánime de la comunidad educativa, el hecho es que los alumnos no adquieren el catalán en plenitud. «Numerosos alumnos salen del instituto sin saber los pronombres y otros elementos propios de nuestra lengua», indica Jordi Badia; sin olvidar que, al acceder a recursos pedagógicos en internet (desde películas a programas científicos divulgativos), el profesorado no tiene otro remedio que recurrir al castellano. La conclusión resultante es que el catalán se aprende mal y con límites. Y lo que es peor: en los espacios de socialización –sea en el patio, el comedor o en cualquier otra esfera pública– su uso disminuye de forma imparable. Lo confirma el Informe CAT-18, presentado por la Plataforma per la Llengua en junio, según el cual 7 de cada 10 personas practican la «infidelidad lingüística» mientras se pierde la transmisión intergeneracional a marchas forzadas. «La escuela fracasa al no conseguir promover el catalán entre las nuevas generaciones», concluye el lingüista Francesc Xavier Vila. Con este diagnóstico, la propuesta de la Generalitat no ha hecho más que abrir la caja de Pandora y cuestionar el aparente éxito de la inmersión. El catalán está en juego.A. R. murgiltze ereduari azterketa Urrian Kataluniako Gobernuak eskolako hizkuntza ereduaren erreformarako proposamena aurkeztu zuenetik, pil-pilean da eztabaida: Hezkuntza Saila indarrean den eredua eleaniztasunera moldatzeko nahiaz mintzo den bitartean, soziolinguista eta sindikatuen artean alarma gorria piztu da, 40 urteren ostean murgiltze eredua errealitate izatetik urrun dela uste baitute. Burujabetza prozesua bera zipriztindu du proposamenak, katalana babestuko duen edota, aitzitik, ahuldu egingo duen baitago eztabaidan.