LA REPRESIÓN JUVENIL TIENE MIL CARAS
DAVID FERNàNDEZ, JULEN ARZUAGA, IRATI SIENRA Y XABIER VALDOR ANALIZARON LA PERSECUCIÓN POLÍTICA DE AYER Y DE HOY CONTRA LA JUVENTUD Y LA DISIDENCIA EN EL ESTADO ESPAñOL PARA DAR COMIENZO A ‘LEHEN PERTSONAN ETA PLURALEAN’, SEMANA DE LA MEMORIA DE LA JUVENTUD ORGANIZADA POR ERNAI Y AITZINA EN LAS CAPITALES VASCAS.
«Se suele decir que los jóvenes pasan de todo, pero cuando no lo hacen reciben todos los palos», comenzaba su intervención el periodista y exdiputado de la CUP David Fernàndez ante la atenta mirada de los alumnos que acudieron al auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad del País Vasco (Leioa). En una reflexión general sobre el continuo hostigamiento que ha recibido cualquier tipo de disidencia por parte del Estado español, Fernàndez quiso destacar el «carísimo precio» que ha pagado la juventud vasca por su implicación. Una juventud utilizada como «laboratorio de innovación del horror» para el combate contra todo tipo de oposición política.
Sin profundizar en el «seminario larguísimo» de herramientas represivas que «van desde las legales a las alegales, paralegales e ilegales», todas padecidas por la disidencia en Euskal Herria, el periodista explicó el porqué de esta represión, ahondando en sus orígenes y en su evolución.
Así, destacó esa transición «de chapa y pintura, y de patada y p’alante» de la que se cumplen 40 años, cimentada en la «vieja lógica del castigo inquisitorial», y donde a través de las «políticas de orden público» se trata a la ciudadanía como «enemigo interior», y a la discrepancia «como un delito, desde la insumisión, la okupación o el feminismo autónomo».
Desde entonces, siempre según Fernàndez, «hemos entrado en una deriva autoritaria que no solo atañe al Estado español» y cuyo punto de partida global situó en EEUU tras el 11-S. No obstante, el Estado español, como «alumno aventajado», ya había aumentado la represión con la entrada de Jose María Aznar al Gobierno y con el posterior cierre de ‘‘Egin’’, recordó.
Así, Fernàndez repasó las continuas reformas del Código Penal como arma contra los diferentes movimientos que ya auguraban una crisis de régimen, como el 15-M, el desalojo de la plaza Catalunya o el mismo 1-O. «Ese aniversario del 78 solo se puede mantener en Catalunya a través de excepcionalidades», afirmó. Sin embargo, como lección de «contraescuela», Fernàndez aseguró que «la represión es dura pero no invencible». Dijo que tiene unas inercias que obligan a una lucha larga y no fácil, en la que «la solidaridad, la reciprocidad, la movilización social y los proyectos políticos alternativos» son cuestiones urgentes.
Conocer «nuestra historia»
Por su parte, el abogado y parlamentario Julen Arzuaga repasó las herramientas de comunicación que ha usado la juventud movilizada en Euskal Herria. Tanto las de construcción (como la formación, las reuniones, los conciertos o el teatro) como las de destrucción: «Queríamos destruir este sistema capitalista para construir otro».
Arzuaga detalló la espiral creada en Euskal Herria, donde «responder a la represión traía más represión». En este sentido, argumentó que la violencia ha sido una «herramienta de comunicación» con un recorrido de tres fases. Para el abogado, al principio se cambiaban las leyes a partir de los hechos: «Si las acciones son colectivas, se crea el terrorismo individual». Después, cuando el Estado «asume ese enfrentamiento», comienza la «construcción del enemigo» a través de una evolución de la terminología y también de las leyes, creando una «legislación propia para el enemigo». Ahora, en cambio, estamos en una fase de «totalitarismo quirúrgico y camuflado», una represión no colectiva, con el objetivo de «aislar a la persona y que combata ella por sí sola esta represión».
Arzuaga planteó que, contra ese totalitarismo que busca resultados definitivos, es necesario plantear y lograr «eficazmente nuestros objetivos».
Faltan cosas por contar
Irati Sienra, exmilitante de Ernai, explicó que, aunque no querían hablar sobre la represión en estas jornadas, se dieron cuenta de que muchas cosas aún no se habían contado, y que, por lo tanto, era necesario repasar cómo dicha represión ha marcado sus vivencias y cómo se han ido adaptando a esta.
En este sentido, destacó la criminalización que sufrieron los jóvenes ya cuando se creó la organización Jarrai. Desde entonces, dijo, el Plan ZEN, la Ertzaintza, los acuerdos de Ajuria Enea o los medios de comunicación jugaron un papel fundamental en esa criminalización, «en intentar unir la kale borroka y Jarrai». Más adelante llegarían las constantes redadas, las «listas negras», la proliferación de torturas o el macrosumario 18/98. Todo ello supuso unas consecuencias políticas y personales muy duras: «Militar en estas organizaciones exigía un compromiso muy alto, estar preparado para ir a la cárcel o sufrir torturas», detalló. Asimismo, destacó el aislamiento que sufrieron, tanto los militantes como las organizaciones, ya que «era imposible organizar ruedas de prensa y se caían muchas reuniones», por lo que tuvieron que trabajar desde una semiclandestinidad.
La normalización de la represión hizo que vivieran «como personas de 40 años»: «Organizábamos el fin de semana en torno a las visitas a las cárceles, que estaban llenas de jóvenes de 20». Sin embargo, Irati Sienra quiso remarcar también que esas vivencias, ese contexto represivo, les sirvieron también «para unirnos más».
A todo ello Sienra añadió el impacto de género que suponía el conflicto. Precisamente, teniendo presente que en los contextos de confrontación los roles de género aumentan, se creaba un perfil de militante: «En Jarrai la mayoría eran hombres y las mujeres interiorizaron ese rol masculino. Sin embargo, muchas mujeres de Jarrai fueron impulsoras del proceso feminista de la izquierda abertzale».
La represión de esta década
Con la mira en el pasado inmediato, el militante de Ernai Xabier Valdor se detuvo en la evolución de la represión de la última década. En una fase neoliberal en la que «el capitalismo heteropatriarcal» ha aumentado la velocidad, Valdor apuntó que«la crisis ha sido una excusa para aplicar medidas y aumentar las desigualdades de manera exponencial».
Además, ante la agitación social que iba creciendo en el Estado español, Valdor insistió en la involución de este como respuesta, que ha derivado ahroa en la «irrupción de la extrema derecha institucional». «El fin de ETA supuso la pérdida del enemigo común, por lo que entramos en otra fase de lucha», señaló. Continuando el argumento de Julen Arzuaga, subrayó dinámicas individualizadas de hoy, que «frustran las posibilidades de lucha colectiva».
Como colofón a la conferencia, Valdor incidió en la importancia y el papel de las redes sociales. Por un lado, facilita «abrir otros caminos a la comuniación», pero por otro da «herramientas para el control social», donde la represión se puede materializar ya de un «modo individualizado».
Declaraciones
«La lucha contra el poder también es la lucha de la memoria contra el olvido»
DAVID FERNÀNDEZ
Periodista
«Queremos conocer nuestra historia para influir en el presente»
JULEN ARZUAGA
Abogado
«Normalizamos la tortura y la represión. Las cárceles estaban llenas de jóvenes de 20 años»
IRATI SIENRA
Exmilitante de Ernai
«No podemos menospreciar cualquier acontecimiento represivo»
XABIER VALDOR
Militante de Ernai