22 DIC. 2018 DE REOJO Aparcamiento Raimundo Fitero Cuando uno pilla carrerilla, le salen las motivaciones para escribir artículos buscando en el mismo nicho de inspiración. Especialmente si se trata de huir de lo obvio, de lo paleolítico político, esa mala educación democrática de los mil hijos de Aznar ahora concentrados en un tridente de la banalidad reaccionaria y la imbecilidad convertida en un eslogan impostado. Todo lo vaticinan, pero mal, al revés. Están dando una pestilente mala imagen. Pero las encuestas dicen que van a ganar las próximas elecciones. Y ellos lo único que buscan es tener los presupuestos para robar. Lo demás, lo que manden los poderes fácticos. Decía que me tienen hasta el límite del mal humor los consejos de ministros, los encuentros, las declaraciones ortopédicas, las manifestaciones para las cámaras, los provocadores en las mismas y los analistas y tertulianos. Que les den turrón del año anterior. Me interesa mucho más una campaña de la DGT, que se formaliza de manera muy bien estructurada, ya que se trata de llamadas a quienes han reservado una mesa en un restaurante o que han comprado entradas de un teatro por adelantado, diciéndoles que han llegado otros comensales y han ocupado sus mesas o que otros espectadores están sentados en sus butacas. Obviamente, se rebotan los afectados, se les dice que los que están en su lugar sólo van a estar diez minutos, y los ofendidos acaban diciendo que es un escándalo, una vergüenza. El locutor cierra con lo vergonzoso que es que cada día se ocupen los aparcamientos reservados para discapacitados. Y el eslogan final reza: «no ocupes el lugar de otro». Y esto sirve para casi todos, pero quienes tenemos cercanas a personas con estos problemas, sabemos de la ocupación constante de estos espacios reservados y los problemas que producen a quienes lo necesitan. Gran campaña.