Raimundo Fitero
DE REOJO

Duplicadas

Duplicar las campanadas desde la madrileña puerta del Sol con una hora de diferencia, es una de las extravagancias televisivas, festivas, territoriales, geográficas y sanitarias que más van a marcar esta campaña electoral que empieza cada día y no termina nunca. Solamente encuentro una razón que puede explicar algo este desbarajuste: la publicidad. Que fuera un gran anuncio fuera de cuota para acudir a las Islas Canarias.  Ahora bien: esta aparente chorrada requiere de una complicada estrategia compartida por varias instituciones públicas, un relojero fundamental, el duopolio de las televisiones privadas y la estatal, y alguna autonómica que, aprovechando que pasaba por allí el desorden de un fin de año, se apuntaron para hacer minutado. En mi caso fui un simple notario. La primera, la continental, es decir siguiendo el huso horario que Franco puso para estar en la misma onda que el Berlín de Hitler, me la salté. Andaba en otros asuntos más alimentadores de vaselina para la política que se nos viene. Por lo tanto, no sé de vestidos, trajes, chistes, errores ni ambientes. Y me da lo mismo. Pero duplicar las campanas es causa de neurosis, sobredosis y artrosis. Por lo menos.

Hoy cambia la presidencia de la Unión Europea y le cae por turno a Rumanía. Se cumplen veinte años de la instauración del euro, cuando se duplicaron los precios sin campanas al vuelo.

En Brasilia, militarizada de manera totalitaria, toma posesión como presidente electo, Jair Bolsonaro, con un caso de corrupción en los titulares de prensa de uno de sus hijos. Acuden a su toma los más granados ultras de derecha de la actualidad mundial. El trifacio se quedó tocando las campanas. Vamos a tener que mirar con mucha atención a Brasil y no solo por el fútbol y la samba. Se cuece algo muy feo.