Tres clandestinos que vienen a Belén
Entre la marabunta que ha circulado estos días por Whatsapp, me he quedado con un divertido vídeo en el que se hace una recreación con mucha mala leche del Belén navideño. La cosa bíblica es traída a la actualidad a través de una desternillante grabación de las conversaciones entre unos policías ficticios durante una redada en una casa de inmigrantes sin papeles: entre los detenidos, una menor de edad que ha parido «y dice la chiquita esa que es virgen (se oyen risas)» y «tres clandestinos que llevan sustancias peligrosas, dicen que tienen estatus diplomático y que actúan en nombre de Dios. Para mí que esto es una operación de Al Qaeda o del Isis –se escucha–. Léeles sus derechos y te los traes para comandancia echando virutas».
El día que lo recibí, aquel 1 de enero, me desayuné con un tuit de la activista Helena Maleno: «Comenzamos el año con una #patera de 55 personas en Alborán. No estáis solas en ese inmenso mar porque se os busca y os queremos vivas». Fueron rescatadas y ninguna pasó a engrosar la larga –e inexistente– lista de los muertos caídos en la marcha hacia el “paraíso” europeo. Sí se sabe otra cifra: casi 160 personas al día han llegado en patera al Estado en 2018. Hoy, cuando vea pasar la cabalgata, no podré evitar acordarme de los viajeros de aquella patera porque dentro de poco pasarán por Euskal Herria en su ruta hacia el norte europeo, un periplo cosido a base de sueños rotos. Por cierto, la red de acogida de migrantes de Irun convoca para el 26 una manifestación para reivindicar que somos sinónimo de acogida y solidaridad.