02 FEB. 2019 DE REOJO Abogados Raimundo Fitero Diariamente veo series protagonizadas por abogados. Por policías, jueces y abogados. Son históricamente un buen material para las series. Una buena manera de explicar los bajos fondos y las altas cloacas. Las relaciones entre Poder y Justicia. El Delito convertido en emociones, estímulos, ambiciones y desamores. La Humanidad enmarcada en considerandos, pliegos de descargo, acusaciones y pruebas falsas. Predominan los jurados, cosa de la colonización. Subterfugios, investigadores, reuniones secretas, una especie de descripción de la impunidad, la inmunidad, los privilegios y la corrupción elevada a hábito estructural. Todo lo anteriormente relatado es una construcción realizada como preservativo a la realidad tosca en la que nos movemos. Pienso que José Villarejo es un personaje poco explotado. Su fonoteca es un nicho inconmensurable de guiones, tramas, subgéneros, escuela de policías, agentes secretos y abogados de nómina institucional o privados. No se puede alcanzar tanta irrealidad desde la imaginación pura. Todo cuanto se pueda pensar en una propuesta de guion está ya en la fonoteca o en los autos judiciales, porque aquí hay jueces, fiscales y demás tropa del ejército togado dispuestos a inventarse golpes de Estado o a negarlos, según marca su propia ideología. Todo parecía ya hecho, pensado y ejecutado hasta llegar a descubrir hace unos días que un abogado de la SGAE, Pedro Letai, ha sido denunciado por plagios varios en sus novelas, de tal forma que una importante editorial ha suspendido la venta de su último libro recién editado. Se documenta que su afán copista llega hasta su tesis. Es decir, un tipo perfecto para estar al frente de los asuntos legales de esa entidad sospechosa de todo tipo de irregularidades. Hasta de tener al zorro cuidando del gallinero. Abogados.