A las puertas
Si no nos mienten de nuevo los voceros, estamos a las puertas de algunos acontecimientos políticos que pueden variar el curso de las aguas de nuestras fuentes de centro de mesa. Hemos entrado en cuarentena judicial. De la de más alta significación. La ritual, la ordinaria de altos cargos de la banda de Casado visitando banquillos y estrados de acusados, se resuelve con las dosis rituales y ordinarias de cinismo o blanqueante mediático. La era de Esperanza Aguirre como máxima dirigente de la banda local convertida en serie de presidiarios, mientras ella aparece en “Pasapalabra”, en uno de esos actos vinculantes entre la corrupción política, la artística y la televisiva.
Sin retóricas: los presupuestos están jugándose en un tablero ajeno. Puede ser inminente la convocatoria de elecciones generales. Y en el Tribunal Supremo, se asiste a una representación judicial de alta política. Todo está presidido por el boato, la educación, la argumentación medida, pero se oculta la existencia de un error de partida. Lo que se cuenta es opinable, pero solamente una parte puede hacer de su opinión, política ejecutoria. Es un partido desigual. Una lucha entre los argumentos jurídicos de la defensa para desmontar artificios jurídicos de la acusación con convicciones políticas previas convertidas en acusaciones alucinantes, desmedidas, vengativas.
Estamos ante un juicio injusto que lo más previsible es que termine en el Tribunal De Derechos Humanos Europeos y de aquí unos años den la razón a los políticos catalanes. Mientras tanto el daño se habrá producido, el corrimiento político manipulado habrá contenido al tiempo histórico, y nada se habrá resuelto.
Cientos de cámaras, miles de informadores y comentaristas del mundo entero están pendientes de este espectáculo televisivo. La Justicia puede quedarse justo a las puertas.