Jon Odriozola
Periodista
JO PUNTUA

Huawei

El viejo imperialismo muestra achaques en todos los ámbitos. Sobre todo el clásico, el imperialismo yanqui. Ha salido trasquilado de sus últimas expansiones militares, la última en Siria, donde amamantó, financió y aprovisionó –junto a aliados circunstanciales– el llamado Estado Islámico que ahora, con estertores, le devuelve zarpazos. Así lo ha visto el presidente Trump, que huye de la quema, después de intentarlo, esto sí, sobre quien arrecian campañas de desprestigio desde el stablishment local: está zumbado, le viene grande el cargo, cree que el país es una empresa suya, merece un impeachment, como gusta decir la prosionista y belicosa Hillary Clinton. Incluso la «gente de orden» comulga con la idea de que Trump es un «pirao», lo que hace de ti un «progre».

En el terreno de las telecomunicaciones la última agresión ha sido desatar una campaña contra la multinacional china Huawei deteniendo –en Canadá– a la hija del fundador de la empresa Meng Wanzhou acusándola de violar las sanciones contra Irán y participar en actividades de espionaje (a Putin le tocó en espera de la siguiente ocasión que ya asoma). La diana no es tanto la empresa, que también, como China. Huawei estaba a punto de comerse el mercado estadounidense de un tarisco. Y esto no puede ser, que así no funciona el «libre mercado». Se trata de hacernos creer que los móviles de Huawei espían a los usuarios. Incapaces de competir, recurren a la «guerra sucia»: Huawei nos espía. Y es que al vetusto imperialismo y sus terminales mediáticas les preocupan que se viole nuestra intimidad, que nos vigilen los movimientos en Internet como Google o Facebook. Cuando vayamos a adquirir un móvil nunca debemos elegir Huawei. Lo aconseja la CIA, el FBI y la NSA norteamericana. El senecto y protervo capitalismo, en su fase imperialista, ha perdido la batalla. La alta tecnología ya es china (ahora se lanzan al espacio). Ya venden más teléfonos que Apple.

Pero nosotros preferimos que nos espíen los «nuestros». Ante todo, patriotismo. Y con móviles inteligentes que sirvan para todo menos para hablar por teléfono.