Irati Jiménez
JO PUNTUA

Protagonistas

El viernes una marea espectacular les recordaba a quienes se resisten a aceptarlo lo que es más que evidente: que vivimos nuestras vidas en un sistema de relaciones de poder salvajemente injusto que tiene cambiar.

No está claro quién puede recoger el testigo de este movimiento transformador que el fascismo español ha señalado como enemigo a batir, pero hay sujeto democrático, relevo generacional y mandato popular. Es hora de poner objetivos políticos claros a este feminismo tan esperanzador y estoy convencida de que en el independentismo vasco hay más voluntad política y más compromiso revolucionario que en ningún otro movimiento para conseguirlo.

Cuando pienso en el momento actual del feminismo, pienso sin duda en todo eso y en el espectacular empuje de emoción que sentí el viernes al ver tanta gente y tan joven. Pero frente a ese, hubo otro espectáculo bastante menos importante y muchísimo menos edificante que, sin embargo, conviene señalar. El que dieron los hombres que, favorecidos por la tribuna personal que nos dan las redes sociales, decidieron que el 8M iban a hablarnos de ellos; iban a mostrarnos lo feministas que eran como si siempre lo hubieran sido; iban a decirnos lo que hacer en una lucha en la que no militan; iban a sacarse un selfie con los pañales de sus hijos; iban a señalar el machismo ajeno; iban a protagonizar, que es lo que les han socializado para hacer, sin pensar que esa es la socialización patriarcal que se tienen que revisar.

En resumen, iban a ponerse en primera fila. No en la fila donde están ya tantos hombres, tantos compañeros que se sienten convocados, conmovidos, más o menos perdidos, pero en la trinchera, en la responsabilidad, en el feminismo. Sino en el tuit de cabeza, «tête de la course».

Les diría que deberían ser capaces de pasar un día sin ser el centro de nada, pero las pocas veces que escuchan suele ser lo que dice otro hombre. Así que termino con lo que escribió Lope de Vega hace 400 años «si rey fuera, cátedras instituyera para enseñar a callar».