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DE REOJO

Elegido


Tiene que formar parte de una decisión muy premeditada elegir a un programa de un canal televisivo como el testigo de los momentos posteriores a un acto de amor consistente en convertirse en las manos de la mujer con la que has compartido la vida, para ayudarla al tránsito, para acabar con su larguísimo sufrimiento, infligido por una enfermedad degenerativa que va convirtiendo a las personas en un compendio de dolores, incapacidades y lamentos contra los dioses y los políticos cortos de miras que no han sido lo suficientemente humanos como para legalizar la eutanasia, para que lo que actualmente estamos comentando no sea un hecho que roza la sordidez, la soledad, el documentalismo del dolor. Esta pareja se merecía que la decisión se complementara en una sala de un hospital con todas las garantías sanitarias y no a partir de un veneno comprado por internet.

“El Intermedio” fue el elegido, y en la emisión del lunes dieron una lección de compromiso, tacto, respeto y solidaridad. Se acabaron las bromas, se cambió el tono, se entró a hablar con calma con el viudo, Ángel Hernández, se pasaron previamente imágenes de los momentos en los que llegó la ambulancia, la Policía, el derrumbe de este hombre y una frase: «no me van a ver llorando», cuando estaba ya asumiendo la realidad. Lo que vimos fue un espléndido alegato a favor del humanismo práctico, y la petición clamorosa de que se regule de una vez por ley estas prácticas que ayudan a que los adultos puedan decidir su punto aguante del sufrimiento y que si alguien les ayuda a realizar su decisión no deba pasar ni un segundo en comisaría, ni en un banquillo de los acusados.

En este caso el programa elegido supo estar a la altura. Hicieron un gran servicio público. Se ganaron un reconocimiento de televisión útil para el bien común.