Raimundo Fitero
DE REOJO

Absolución

Escribes una palabra y se encadenan imágenes. Esto de la absolución me suena a confesionario. Incluso a una frase comodín: la Historia me absolverá. Pero que el Tribunal Supremo absuelva un ciudadano después de tenerlo cerca de dos años en prisión preventiva, suena a injusticia democrática, a la confirmación de que algo huele muy mal en la Justicia española y de la Jons. 

El expresidente del Barça, Sandro Rosell, fue acusado de una retahíla de cuestiones penales de toda índole. Una jueza muy conocida, Carmen Lamela, incoó el atestado, lo metió en el talego y allí se quedó hasta hace muy poco, curiosamente cuando empezó el juicio de verdad que coincidía con la campaña electoral. No tengo ninguna opinión favorable a este señor, pero su caso lo cargó la inquisición tardofranquista que ejercen algunos jueces de partido. Su inculpación se hizo alrededor del tiempo del procés, por lo tanto, se trataba del Barça, un símbolo del catalanismo social para estos bestias, un personaje de dudoso parentesco ideológico, pero que ayudaba a escribir el terrorífico relato de todo lo que sucede el Tribunal Supremo contra los independentistas. Una gran farsa, un montaje. Aparecen siempre los mismos nombres que van subiendo en el escalafón judicial, con mayores sueldos. A los presos políticos catalanes, les sucede lo mismo. Pueden ser absueltos pese a la indecente permisividad del tribunal que preside un juez pringado hasta las puñetas con la banda en decadencia de Casado, el menguante, con los testigos que mienten de manera descarada, de los maderos y picoletos que declaran igual, es decir preparados y con frases acordadas en la misma dirección. ¿Se puede reclamar a alguien por los dos años de prisión por los santos ovarios de una jueza autoritaria? ¿Quién absolverá a esta casta judicial corrupta democráticamente?