Entre lo posible, lo probable y lo deseable
Acabada la campaña, permanece la incertidumbre inicial. ¿Qué ocurrirá el 28A? Nadie lo sabe. Otra cosa son las opciones que se abren a partir del lunes; no son muchas.
Entra dentro de lo posible, por ejemplo, que el trifachito obtenga mayoría en el Congreso. Aunque casi ningún sondeo apueste por ello, no lo descartaría. Es verdad que estar dividida en tres formaciones puede afectar a la distribución de escaños de la derecha, pero lo cierto es que ese espacio está muy activado, on fire, y nadie va a quedarse en casa. Por cierto, no está claro en qué orden van a salir del envite; Vox arrasa allá por donde pasa, se ha subido a la ola y no es imposible un sorpasso, incluso doble. Paradójicamente, si los de Abascal acaban liderando el trío de Colón podría afectarles negativamente, porque PP y C’s se cuidarían mucho de darles aire; no es igual ser muleta que principal adversario.
Por supuesto, hay otras opciones, y quizá la más probable es un pacto PSOE-C’s. Sería factible si el bloque de la derecha extrema no lograra mayoría, pero también es probable aunque la consiga. Porque además del Congreso está en juego el Senado, y aquí el PSOE lo tiene más fácil. Y en un contexto en el que la Cámara Alta estuviera en manos del PSOE, C’s podría apelar a la gobernabilidad y la estabilidad, darle una patada al PP, limitar la marejada de Vox y hacer un pacto con Ferraz. Dicen que esta es la opción preferida en el Ibex 35.
Si entramos en el terreno de lo desiderativo, habrá quien esté tentado de apostar por un Gobierno de Casado-Rivera, con Abascal como consejero áulico. La idea es que si Rajoy fue una fábrica de independentistas, estos tres podrían crearlos a ritmo estajanovista, por no hablar del descrédito internacional de la «Marca España». Podría ocurrir, sí, pero el precio sería enorme en términos de pérdida de libertad, derechos y de represión. Y más en Euskal Herria y en Catalunya.
Este pueblo tampoco sacaría nada claro de una entente PSOE-C’s, ni con apoyo de un PNV laxo en ideales. Puestos a pedir, un escenario interesante sería el de un Sánchez que no sumara con Rivera y que se viera impelido, qué remedio, a mirar a su izquierda y a asumir un papel diferente al de carcelero de naciones sin Estado. Pero para ello hace falta un buen puñado de votos independentistas. Pongamos que un millón.