Raimundo Fitero
DE REOJO

Con ciencia

La ciencia, la paciencia, la conciencia, la tendencia de ir acercando la ciencia a la vida ordinaria, a considerarla como una parte fundamental de la cultura. En La 2, hay un programa titulado “Cazadores de cerebros”, muy dinámico, muy ameno, que en cada entrega nos coloca ante un dilema entre científico y moral. Su última entrega estuvo relacionada con los viajes a Marte, y la pregunta más profunda se refería a ¿por qué deben ir los seres humanos a Marte? Los gastos para que vayan unos terrícolas allá son de una magnitud intangible para una mentalidad forjada en el esfuerzo y el trabajo ordinario de las clases trabajadoras o medias bajas, porque resulta que ya están allí, y van a desplazar en los próximos meses algunos más, robots que van proporcionando datos a los científicos de suma importancia para conocer lo que allí existe. ¿Qué aportaría la presencia de unos tipos con escafandra? Nadie resolvió el enigma. Parece que es una suerte de reto, pero que no sabemos el objetivo real.

En este programa lo bueno es el relato audiovisual, el tratamiento formal de los asuntos tratados, las imágenes y las entrevistas con los especialistas, lo que hace que entremos en un territorio que abre las mentes a otros problemas más allá de lo cotidiano, es decir, las elecciones, el paro, las declaraciones de la renta y todo eso que conforma nuestra existencia de ciudadanos en una sociedad que se reclama democrática. Y los planes de futuro, deberán tener en cuenta los avances y desarrollos de tecnologías nuevas, pero siempre con mucha conciencia, sin olvidarnos lo que somos y lo que debemos priorizar. Ver a seis terrícolas paseándose por Marte es contradictorio con ver a cientos de miles de terrícolas muriéndose de hambre o enfermedades controlables. Un dilema. La Luna sigue siendo lugar de poetas y enamorados.