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EDITORIALA

La denuncia del fascismo, básica para su derrota


El documentalista Clemente Bernad ha decidido no recurrir la sentencia que le condena a un año de prisión por grabar, en el interior de la cripta de Los Caídos de Iruñea, una de las misas de exaltación fascista que se celebran periódicamente, organizadas por la Hermandad de Voluntarios de la Cruz. Justifica esta decisión en que no quiere entrar en un juego en el que las cartas están marcadas. Y lo cierto es que no es el único perseguido judicialmente por denunciar los abusos del poder. En una situación similar se halla por ejemplo el artista navarro Abel Azcona, acusado de un presunto delito de profanación por su obra titulada “Pederastia”.

Entre los argumentos que Bernad usó para explicar su posición está que el derecho a la información debe primar sobre el supuesto derecho a la intimidad de la Hermandad demandante. Lo cierto es que ese trabajo, así como el reportaje que en su día publicó GARA, sacaron a la luz las prácticas de enaltecimiento fascista que se mantenían ocultas a la opinión pública, pero que se realizaban sin mayores problemas en monumentos dedicados a ensalzar el franquismo. Y ese es precisamente el fondo de la cuestión: la existencia de organizaciones de extrema derecha que mantienen sus actividades de proselitismo de ideas fascistas sin que nadie les oportune. Una actividad subterránea que cuando han creído conveniente ha aflorado, esta vez en forma de apoyos a Vox, en la última cita electoral. Ese escrutinio ha mostrado que, dentro de la escasa fuerza que tiene el fascismo en Hego Euskal Herria, destaca el peso que mantiene en Nafarroa, donde pueden llegar a entrar en el futuro Parlamento, condicionando de manera importante el futuro político del herrialde.

El olvido impuesto y un discutible concepto de tolerancia han permitido a la extrema derecha mantenerse viva y reaparecer cuando lo han creído conveniente para atacar la libertad y los derechos de todos y todas. Dar a conocer sus oscuras prácticas es esencial para combatirla.