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DE REOJO

Exteriores


Aparece Josep Borrell en campaña electoral para irse, otra vez, a Europa. Se lo quitan de encima porque con él no hay posibilidad alguna de hacer políticas de progreso o mínimamente de centro. Se va a despedir del Ministerio de Exteriores con una buena cagada: permitir que en la embajada española en Caracas se reúnan dos golpistas para establecer estrategias contra el gobierno de Maduro. Lo peor de todo es que cuando un ciudadano leridano de la montaña quiere hacer humor se convierte en una excusa insultante. Aseguró que el edifico de la embajada es muy pequeño y cuando Guaidó entró a saludar al embajador, se cruzó, sin querer con López y se saludaron. Bueno, le dijo, pues quédate si tienes tiempo y comemos juntos. Y después hablaron del dinero que llega de los países que patrocinan el golpe y demás menudencias. Cuesta entender semejante provocación. 

Los asuntos de política exterior son complejos, hasta algunos estudian la carrera diplomática que debe contener asignaturas para mentir, el cinismo, el bien quedar y esos protocolos que hacen que se mire más el dinero que la ética, las inversiones que los principios. Pero en este caso se convierte en el lugar desde donde se está gestando un golpe de Estado, una acción grave, que dan por hecho que triunfarán estos dos personajes siniestros, pero como siga el gobierno legítimo, ¿no estará en su derecho de tomar represalias, de intervenir con fuerza proporcionada?

Como si fuera para compensar, despistar o entretener Defensa retira una fragata que estaba colaborando con la flota invasora yanqui que se está poniendo en posición de ataque para que no decaiga el foco de guerra latente en Irán. El objetivo prioritario de Netanyahu. Y Eurovisión se celebraba en Israel. Algo no cuadra. La política de Exteriores es un desastre o un puro oportunismo reaccionario.