11 JUN. 2019 CONSECUENCIAS DE LA POLÍTICA PENITENCIARIA El juez decide si sigue libre el agresor de Izar, para quien piden 30 años El Juzgado de Picassent decide hoy si el agresor confeso de Izar, la hija de la expresa vasca Sara Majarenas, sigue en libertad provisional. Madre e hija permanecen bajo control policial y telemático tras la puesta en libertad del agresor en febrero a la espera de que acabe el proceso. Fiscalía pide 30 años de prisión por «asesinato en grado de tentativa». Iraia OIARZABAL DONOSTIA Dos años y un mes después de que tratara< de matar a su hija a cuchilladas, el pasado 15 de febrero el agresor confeso de Izar, la hija de la expresa vasca Sara Majarenas, quedó en libertad provisional por considerar el juzgado que la instrucción se había «excedido en el tiempo» y que la prisión provisional es una «medida excepcionalísima». Desde entonces madre e hija permanecen bajo control policial y telemático, una situación sobre la que el juez decidirá hoy en la vistilla que tendrá lugar en el Juzgado de Picassent. En una comparecencia celebrada ayer en Donostia, Kontxi Ibarreta, madre de Sara Majarenas, junto a amigos y vecinos de la expresa vasca, explicaron la complicada situación que viven Majarenas e Izar, ambas víctimas de la violencia machista, desde que quien intentara acabar con la vida de la pequeña fuera puesto en libertad. También detallaron en qué punto se encuentra el proceso ante la vistilla que se celebrará hoy. Una vez calificados jurídicamente los hechos y formalizadas las peticiones de pena, el juez deberá deliberar sobre si mantiene o no en libertad provisional al acusado hasta que finalice el proceso judicial. La Fiscalía pide para el acusado 30 años de prisión y 7 años de libertad vigilada por «asesinato en grado de tentativa». La acusación particular, por su parte, se suma a la solicitud de la Fiscalía. En la comparecencia de ayer, destacaron que las penas que pueden imponerle al acusado son elevadas por tres motivos que tienen trascendencia jurídica: se ha cometido contra una persona que no podía defenderse, se ha cometido contra su propia hija y para menoscabar la integridad de la madre, «entendemos que se trata de violencia de género y así lo cree también la fiscal». Vigiladas y asustadas Además de denunciar la injusticia de que sean Izar y su madre quienes deban soportar la carga de vivir controladas ante la amenaza que supone su agresor, Ibarreta relató lo que supone en el día a día este mecanismo y los problemas que han surgido estos meses. Entre otras cuestiones, relató que Majarenas, además de estar vigilada las 24 horas del día, ha de estar pendiente del dispositivo constantemente. Izar, por su parte, tiene que estar vigilada, se le acompaña a la ikastola cada mañana y se vigila su salida cada tarde. «¿Alguien se hace una idea del estrés que esto supone para la víctima? Es la víctima y sin embargo parece la culpable», declaró. Otro de los aspectos que censuran es que se coarta la libertad de movimiento de Majarenas, puesto que no puede salir de la CAV dado que la prohibición al agresor se limita a este territorio. Según las medidas cautelares y de protección que el juez estableció para las víctimas, el acusado también debe comparecer diariamente ante la Guardia Civil de Picassent y semanalmente, todos los lunes, en sede judicial. Ante ello, sus allegados incidieron ayer en que hasta la fecha la medida de la pulsera telemática se ha quebrantado en tres ocasiones. «El sistema se ha desconectado en tres ocasiones con lo que la víctima pasa a ser objeto directo del caso una vez más», alertaron. Ello supone que la Ertzaintza entre directamente en contacto con Majarenas para ver si está acompañada y en caso contrario trate de contactar con alguien hasta que les avisen de que el agresor vuelve a estar localizado. «Esas noches, seguramente, él habrá dormido tranquilo, pero Sara no», sentenció Ibarreta, quien se preguntó por qué ante el mínimo quebrantamiento de las medidas impuestas o ante dudas sobre la actuación del agresor, no se ordena su reingreso en prisión. También cuestionó cómo se actuaría si no se tratara de Majarenas, expresa vasca. Más de dos años de angustia La vida de Izar y su madre ha sido un infierno desde que en enero de 2017 la pequeña, que entonces tenía dos años, fuese acuchillada por su padre. El agresor confeso reconoció haberlo hecho como venganza hacia Majarenas, con quien estaba en trámites de separación. La pequeña fue rescatada entre la vida y la muerte después de que su madre diera aviso desde la prisión, dado que el mismo agresor le informó telefónicamente. Izar permaneció semanas ingresada, inicialmente en estado muy grave, a lo que se sumó las dificultades para que la expresa vasca pudiera permanecer junto a su hija. La excepcionalidad contra Majarenas y su hija se aplicó hasta el último momento. Izar se recuperaba de la agresión cuando estaba a punto de cumplir tres años, la edad límite para que una niña pueda vivir en prisión junto a su madre. Tras una batalla legal y varias movilizaciones lograron permanecer juntas en un piso de acogida gestionado por la prisión en Madrid. Pese a la difícil situación de ambas y entre peticiones de libertad para Majarenas, que contaba con los tres cuartas partes de la condena cumplidos, allí permanecieron hasta que cumplió íntegramente la pena y fuera puesta en libertad en marzo del pasado año. La realidad de los «niños de la mochila» vascos se muestra y hace oír en Madrid El modesto Teatro del Barrio, en Lavapiés (Madrid), se llenó ayer tarde de personas deseosas de conocer la problemática de los «niños de la mochila» vascos. Para eso se valieron del documental emitido por ETB sobre los efectos del alejamiento carcelario en los menores en enero de 2018. Fue dentro del programa ‘‘Ur handitan’’, cuyo director, Xabier Madariaga, fue uno de los participantes en el coloquio posterior. En esta iniciativa impulsada por el colectivo madrileño Acercar-Vivir se escucharon también las voces de Joseba Azkarraga (Sare), Bea Talegón (periodista y política) y del director de cine Aitor Merino, autor entre otras de ‘‘Asier ETA biok’’. Al acto acudieron personas del ámbito de la cultura, del periodismo, de la política y de organizaciones que operan en el ámbito de la defensa de los derechos humanos. ‘‘Ahora, derechos humanos y convivencia’’ era precisamente el lema de la sesión. El colectivo convocante explicó que «esta política penitenciaria de excepción, que no la legislación, no solo vulnera los derechos de las personas presas, sino que supone un castigo extraordinario para sus familias y seres queridos, que no han cometido delito alguno. Pensamos que se trata de un problema grave, puesto que afecta a cientos de familias y que, sin embargo, es omitido por los grandes medios de comunicación», denunciaron. Tras la proyección del documental, Xabier Madariaga explicó a los asistentes que tuvo una gran audiencia en Euskal Herria, lo que evidencia el interés que suscita esta problemática y la necesidad de verla reflejada en la pantalla. En el otro lado de la moneda puso las críticas de algunos sectores políticos al trabajo, que atribuyó al hecho de que la cuestión de las víctimas de ETA ha aparecido habitualmente en la televisión pública y resto de medios, pero esta era la primera vez que en ETB se exponía así esta problemática. Azkarraga, por su parte, explicó que en la actualidad son todavía más de un centenar los «niños de la mochila» y que algunos casos tienen encarcelados tanto a su madre como a su padre. En cuanto a Beatriz Talegón, ubicó la cuestión en la perspectiva estatal abogando por sensibilizar sobre ella, tanto desde la política como desde el mundo del periodismo del que proviene. Lo consideró una responsabilidad. El cineasta navarro Aitor Merino, además de presentar el acto, agradeció la asistencia y subrayó que el grupo de trabajo surgido en Madrid continuará adelante con esta labor de difusión y sensibilización.GARA